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Domingo 13º del Tiempo Ordinario
Ciclo A

28 de junio de 2020
 

¡Paz, paz! Pero ¿qué paz?

    El profeta Jeremías denuncia con energía a los dirigentes del pueblo porque, dice, «pretenden curar por encima la fractura de mi pueblo diciendo: Paz, paz. ¡Y no hay paz!» (Jer 6,14). Nuestros días no son, por cierto, días de paz. La pandemia parece que nos ha hecho olvidar los conflictos armados que hay en este momento en el planeta...Y, además, en medio de una situación crítica desde el punto de vista sanitario, a ningún mandatario del mundo se le ha ocurrido dedicar a preservar la vida los inmensos gastos que se destinan a amenazarla: el gasto militar que justifican como algo necesario para asegurar la paz, su paz.
    Pero hay otra paz; aunque para lograrla es necesario asumir el riesgo de que no nos dejen en paz.

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Domingo 12º del Tiempo Ordinario
Ciclo A

21 de junio de 2020
 

Perder el miedo, alzar la voz.

      Las persecuciones no terminaron con el Imperio Romano. Esas, lejanas en el tiempo, nos las ponen en el cine para que olvidemos las presentes. Anunciar en público que Dios es Padre y que todos podemos ser sus hijos sigue provocando reacciones violentas de quienes quieren ser padres o amos, pero nunca hermanos. La lucha por la justicia, el trabajo por el Reino de Dios, siempre encontrarán oposición y algunos serán perseguidos, torturados, marginados, eliminados... Seamos cautos, pero no nos callemos; seamos prudentes, pero no nos acobardemos. Y siempre confiemos en el único Señor, en el Padre único que a todos nos quiere hermanos.

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Corpus Christi - Ciclo A

14 de junio de 2020
 

Compartir el pan, compartir la vida

    Celebrar la eucaristía no puede quedarse en un rito mágico ni en una ceremonia vacía; ni siquiera puede ser una devoción seria, pero individual, ajena a los problemas de la vida o el trabajo, del mundo o la sociedad; tampoco un momento de simple recogimiento, de experiencia meramente interior. Por supuesto que no puede ser una experiencia superficial; pero eso no significa que se agote en sí misma ni mucho menos en mí mismo. Ha de ser una experiencia abierta a la vida de Dios que como amor se recibe y que necesariamente se comunica como amor a los hermanos, como amor a la humanidad.

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Domingo de la Santísima Trinidad
Ciclo A

7 de junio de 2020
 

Trinidad: Vida, Amor y Libertad

    El nuestro es un Dios que, porque da la vida, es PADRE, porque entrega su vida para hacer que lleguen a ser hijos sus hermanos es HIJO y, como vida que se entrega para que los hermanos se quieran, es ESPÍRITU. Un Dios que ha querido manifestarse como Hombre entre los hombres y que ha querido que el hombre pase, como Hijo, a formar parte de la divinidad. Un Dios que es amor, sólo amor, en sí mismo y en sus relaciones con el hombre. Un Dios al que damos gloria cuando hacemos que su misericordia reine entre nosotros. Un Dios que se define a sí mismo por su relación con la humanidad: Padre de los hombres, hermano de los hombres y vida, amor y libertad de los hombres1.
    Esto es lo que celebramos este domingo.

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Domingo de Pentecostés - Ciclo A

31 de mayo de 2020
 

Palabra, Espíritu y Vida

   Entenderse a fondo, dice la filosofía del lenguaje, supone compartir la vida. La Palabra de Dios nos dice hoy que hay una Palabra -la suya, que puede ser nuestra- que es vida; y nos ofrece una vida -su Espíritu, también a nuestra disposición-, que hace transparente e inteligible la palabra. A pesar de ello, ni nos entendemos, ni contribuimos a que otros se entiendan. ¿Hemos olvidado aquella Palabra o hemos expulsado de entre nosotros al Espíritu?

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Ascensión del Señor - Ciclo A

24 de mayo de 2020
 

Alcanzar el Cielo pisando Tierra

   La Ascensión de Jesús significa que él, después de resucitar, subió a la casa del Padre y se instaló junto al Él. Con esto, estamos afirmando: que Dios está y estuvo siempre con Jesús y no estaba, ni está, con los que lo mataron; que su proyecto está respaldado por el mismo Dios y, por tanto, es posible, pues al resucitarlo y llevarlo junto a él, el Padre le dio la razón y se la quitó a sus enemigos; y que nuestra esperanza no está vacía, pues la presencia de Jesús junto al Padre, la avala definitivamente. Y que en Jesús la humanidad queda definitivamente divinizada y, al mismo tiempo, la divinidad, humanizada.

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Domingo 6º de Pascua - Ciclo A

17 de mayo de 2020
 

Con la energía del Espíritu

   Necesitamos su energía  en medio de un mundo que camina en dirección contraria a la que señala el evangelio. Necesitamos ese valedor para atrevernos a esperar que este mundo llegue a ser un mundo de hermanos bajo el reinado del Padre, Dios de amor y ternura. Necesitamos su valor para tener la osadía de proclamar este mensaje en medio de un mundo gobernado por el dinero, dios de la absoluta rentabilidad, y por su fuerza, la violencia homicida, ya se manifieste como agresión armada o como injusticia, hambre y miseria. En una palabra: lo necesitamos porque él nos identifica, haciéndonos partícipes de la misma vida y capaces del mismo amor, con Jesús y con el Padre, de quien proceden esa vida, ese amor y ese mismo Espíritu.

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Domingo 5º de Pascua - Ciclo A

10 de mayo de 2020
 

El Dios de Jesús

   ¿Cómo es Dios? ¿Cómo es de verdad Dios? No basta decir que creemos en un Dios único y que, por tanto, ese es el verdadero Dios; ni siquiera es suficiente invocar como Dios al Padre de Jesús. Porque no sólo cada religión presenta su propia imagen de Dios; entre los mismos cristianos podemos encontrarnos con representaciones de Dios totalmente incompatibles entre sí. Con la boca, al menos, al mismo Dios invocan explotados y explotadores, mártires de la fe, como Oscar Romero o Ignacio Ellacuría, y sus propios asesinos. Entonces, ¿cómo podemos llegar a conocer el verdadero rostro de Dios?

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Domingo 4º de Pascua - Ciclo A

3 de mayo de 2020
 

Sigámoslo...abriendo puertas

   Son muchos los hombres y los pueblos que siguen sometidos a ladrones y bandidos. Y, cuando no es así, nunca dejan los ladrones y bandidos de estar al acecho; y nunca faltan fariseos que se ofrecen para prestar justificación ideológica a sus latrocinios y a sus crímenes. La ruptura con esos regímenes opresores, la denuncia de los actuales fariseos y, sobre todo, la presentación de Jesús y de su mensaje como puerta segura para la salvación, es decir, para una liberación integral, son exigencias fundamentales de nuestra fe a las que no podemos dar de lado. Esa es tarea nuestra desde que nos vinculamos por nuestro bautismo a Jesús; él va delante de nosotros, mostrándonos la salida hacia la libertad, como buen pastor.

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