Domingo 12º del Tiempo Ordinario - Ciclo B

Segunda lectura: 2ª Corintios 5,14-17

 

 

         14Es que el amor del Mesías no nos deja escapatoria, cuando pensamos que uno murió por todos; 15con eso, todos y cada uno han muerto; es decir, murió por todos para que los que viven ya no vivan más para sí mismos, sino para el que murió y resucitó por ellos.
         Por consiguiente, nosotros ya no apreciamos a nadie por la apariencia y, aunque una vez valoramos al Mesías por la apariencia, ahora ya no. 17Por consiguiente, donde hay un cristiano, hay humanidad nueva; lo viejo ha pasado; mirad, existe algo nuevo.

 
 

            Pablo está exponiendo a los corintios cómo se ve a sí mismo como apóstol. Sus aparentes extravagancias no son sino expresión de su fidelidad al mensaje de Jesús y manifestaciones de las consecuencias que ha provocado en él la experiencia del amor del Mesías, manifestado en su entrega , en el don de su propia vida para que todos vivan. En ese sentido, lo que realmente tiene valor no es la apariencia externa (como parece que cuidaban esmeradamente los falsos apóstoles), sino el ser testimonio de la humanidad nueva que nace de la obra de Jesús y en la que queda superado -e integrado en sus aspectos positivos- todo lo viejo. Esa nueva humanidad se caracteriza por estar en paz con Dios y por haberse constituido en depositaria del mensaje, en pregonera y en ejemplo de la reconciliación que Dios ofrece al mundo entero.

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