Domingo 5º de Cuaresma - Ciclo B


Segunda lectura: Hebreos 5,7-9

 

 

             7 El, en los días de su vida mortal, ofreció oraciones y súplicas, a gritos y con lágrimas, al que podía salvarlo de la muerte; y Dios lo escuchó, pero después de aquella angustia, Hijo y todo como era. 8 Sufriendo aprendió a obedecer y, 9 así consumado, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen a él, 10 pues Dios lo proclamó sumo sacerdote en la línea de Melquisedec..

 

            El sacerdocio de la Antigua Alianza, la labor de mediación entre Dios y la humanidad, ha sido sustituido por Jesús: es él el nuevo y único Sumo Sacerdote, pero no en la línea de Aarón, sino en la de Melquisedec, que se distingue por su carácter definitivo: «Tú eres sacerdote eterno, en la línea de Melquisedec». Esta función sacerdotal no fue un honor que el Mesías buscó para sí, sino que fue consecuencia de la iniciativa de quien lo declaró también su Hijo (5,6); al contrario, Hijo y todo como era, experimentó la debilidad y el sufrimiento -su muerte, aún siendo consecuencia de su entrega y, como tal manifestación de amor, no dejó de ser dolorosa-, que aceptó como expresión de su obediencia/identificación con el Padre, mediante la que  se convirtió en mediador único de la salvación que procede de Dios y que será definitiva para todos los que se identifiquen con el, con su mensaje, con su proyecto y con la causa de su entrega y de su muerte.

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