Domingo 33º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Evangelio: Mateo 25,14-30

 

Texto

    14 [El reino de Dios] es como un hombre que, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: 15 a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, según sus capacidades; luego se marchó.
    16 El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco; 17 el que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos; 18 en cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
    19 Al cabo de mucho tiempo, volvió el señor de aquellos empleados y se puso a saldar cuentas con ellos. 20 Se acercó al que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco diciendo:
    - Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco.
    21 Su señor le respondió:
    - ¡Muy bien, empleado bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco, te pondré al frente de mucho; pasa a la fiesta de tu señor.
    22 Se acercó luego el que había recibido dos talentos, y dijo:
    - Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos.
    23 Su señor le respondió:
    - ¡Muy bien, empleado bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco, te pondré al frente de mucho; pasa a la fiesta de tu señor.
    24 Finalmente se acercó el que había recibido un talento y dijo:
    - Señor, supe que eres hombre duro, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; 25 me asusté y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo.
    26 El señor le replicó:
    - ¡Empleado malvado y holgazán! ¿Sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? 27 Pues entonces debías haber puesto mi dinero en el banco, para que al volver yo pudiera recobrar lo mío con los intereses.
    29 Quitadle el talento de plata y dádselo al que tiene diez; porque al que produce se le dará hasta que le sobre, mientras que al que no produce se le quitará hasta lo que había recibido. 30 Y a ese empleado inútil, echadlo fuera, a las tinieblas: allá será el llanto y el rechinar de dientes.

Notas

    El objetivo de la parábola es estimular la responsabilidad y la solidaridad de los cristianos.
    Los talentos de plata que aquel señor da a sus empleados son las capacidades que el Señor da a cada uno y que no pueden dejarse inactivas, sino que hay que hacerlas producir, es decir, hay que ponerlas al servicio del proyecto del Reinado de Dios; es decir, ponerlas al servicio de un mundo justo, solidario y fraterno.
    Al final se pedirán cuentas del rendimiento obtenido, pero no del valor total de lo conseguido, sino de la relación entre lo que se recibió y los que se ha producido; y la recompensa será la misma para todos (...pasa a la fiesta de tu señor), independientemente de lo que cada uno haya conseguido ganar.
    Al empleado cobarde y holgazán se le reprocha precisamente su inactividad, su miedo al riesgo, su conservadurismo, el dejar improductivas las capacidades recibidas, el pensar más en sí mismo (en no buscarse problemas) que en el bien de los demás.

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