Domingo 32º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Evangelio: Mateo 25,1-13

 

Texto

    25 1 Entonces se parecerá el reino de Dios a diez muchachas que cogieron sus candiles y salieron a recibir al novio. 2 Cinco eran necias y cinco sensatas. 3 Las necias, al coger los candiles, se dejaron el aceite; 4 las sensatas, en cambio, llevaron alcuzas de aceite además de los candiles.
    5 Como el novio tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. 6 A medianoche se oyó gritar:
    - ¡Que llega el novio, salid a recibirlo!
    7 Se despertaron todas y se pusieron a despabilar los candiles. 8 Las necias dijeron a las sensatas:
    - Dadnos de vuestro aceite, que los candiles se nos apagan.
    9 Pero las sensatas contestaron:
    - Por si acaso no hay bastante para todas, mejor es que vayáis a la tienda a comprarlo.
    10 Mientras iban a comprarlo, llegó el novio: las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. 11 Cuando por fin llegaron las otras muchachas, se pusieron a llamar:
    - Señor, señor, ábrenos.
    12 Pero él respondió:
    - Os aseguro que no sé quiénes sois.
    Por tanto, manteneos despiertos, que no sabéis el día ni la hora.

Notas

    El mensaje de Jesús, además de ser una propuesta transformadora para este mundo presente, tiene también una dimensión trascendente que supera el horizonte aparentemente cerrado de la muerte. El cristiano debe afrontar esta realidad, la muerte, como un hecho derivado de su propia y natural limitación pero que, gracias al amor de Dios, abre la esperanza, descubre el horizonte de una vida que no se acaba.
    El peligro sobre el que advierte el evangelio consiste en fijar la vista más allá de ese horizonte olvidándose del más acá. Es lo que sucede a las jóvenes necias que, conociendo el mensaje de Jesús, no lo ponen en práctica (Mt 7,26-27), limitándose a esperar sentadas a que llegue la salvación eterna. El aceite que les faltaba, la sensatez de que carecen es el compromiso activo y efectivo con el mensaje de Jesús (Mt 7,24-25): esperan que llegue el Reino de Dios sin hacer nada por construirlo.

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