Domingo 25º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Segunda Lectura: Santiago 3,16–4,3

 

Texto

    16 Donde hay despecho y partidismo hay turbulencia y toda clase de malas faenas. En cambio el saber que baja de lo alto es, ante todo, límpido y luego apacible, comprensivo y abierto, rebosa buen corazón y buenos frutos, no hace discriminaciones ni es fingido. 18 Y la cosecha de justicia, con paz la van sembrando los que trabajan por la paz.
4     1 ¿De dónde esas guerras y de dónde esas luchas entre vosotros? ¿No será precisamente de esos apetitos agresivos que lleváis en el cuerpo? 2 Deseáis y no obtenéis, sentís envidia y despecho y no conseguís nada; 3 lucháis y os hacéis la guerra, y no obtenéis, porque no pedís; o si pedís, no recibís, porque pedís mal, para satisfacer vuestros apetitos.

Notas

    El autor de esta carta contrapone dos tipos de sabiduría: uno es causa de divisiones y enfrentamientos dentro de la comunidad; pero no es ese el saber que baja de lo alto, pues el saber que procede de Dios se manifiesta en buenas obras y en la justicia, cuyo fruto definitivo será la paz.
    Esta brillante frase de Santiago «la cosecha de justicia, con paz la van sembrando los que trabajan por la paz» nos dice tres cosas:
    1.- El fundamento del mundo que Dios quiere, el fruto que espera del hombre, es la justicia. En consecuencia, los seguidores de Jesús deben ser sembradores de justicia.
    2.- El objetivo final será un mundo en paz: cuando la justicia sea total, la paz será definitiva. Por eso, los que trabajan por la paz siembran justicia.
    3.- Si la meta es la paz, el camino no puede ser la violencia: la lucha por la justicia debe ser no-violenta, pacífica; la justicia se va sembrando con paz; digámoslo con estas palabras atribuidas a Gandhi, la paz es el camino para, mediante la justicia, alcanzar la paz.
    La lucha por la justicia no puede ser abandonada en nombre de la paz, porque una paz sin justicia no es verdadera paz; pero la lucha por la justicia no podrá ser violenta porque sería aceptar y asumir las reglas de juego de los malvados de la primera lectura, los que consideran que la fuerza es la fuente del derecho.
    La causa de las divisiones y de los enfrentamientos que se dan en la comunidad a la que Santiago dirige su escrito reside en ciertos apetitos agresivos que dominan a las personas: el deseo de poder (que a veces se expresa en un agresivo deseo de placer) que es causa de la violación de los derechos y la dignidad de los demás y en la codicia, en la ambición, que lleva incluso al asesinato. Cuando esto sucede, la misma oración queda contaminada y pierde su valor y su eficacia.

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