Domingo segundo de Navidad - Ciclo B
Segunda lectura: Efesios 1,3-6.15-18
3 ¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor, Jesús Mesías, que, por medio del Mesías, nos ha bendecido desde el cielo con toda bendición del Espíritu! 4 Porque nos eligió con él antes de crear el mundo, para que estuviéramos consagrados y sin defecto a sus ojos por el amor; 5 destinándonos ya entonces a ser constituidos hijos suyos por medio de Jesús Mesías -conforme a su querer y a su designio-, 6 a ser un himno a su gloriosa generosidad, que derramó sobre nosotros por medio de su Hijo querido. 15 Por eso, por lo que a mí toca, enterado de vuestra adhesión al Señor Jesús y de vuestro amor a todos los consagrados, 16 no ceso de dar gracias a Dios por vosotros cuando os encomiendo en mis oraciones. 17 Que el Dios de nuestro Señor Jesús Mesías, el Padre que posee la gloria, os dé un saber y una revelación interior con profundo conocimiento de él; 18 que tenga iluminados los ojos de vuestra alma, para que comprendáis qué esperanza abre su llamamiento, qué tesoro es la gloriosa herencia destinada a sus consagrados 19 y qué extraordinaria su potencia en favor de los que creemos, conforme a la eficacia de su poderosa fuerza. |
Comienzo de la carta -tras el saludo- con estilo de bendición; en el fondo, acción de gracias a Dios por el amor que ha manifestado a la humanidad por medio de Jesús y que se ha concretado en el don del Espíritu, es decir, en la comunicación de la vida del mismo Dios.
Todo responde a un plan preestablecido por Dios, que quiere que su amor generoso brille en el amor de los hombres que, adoptados como hijos suyos, viven como hermanos; ese plan ha sido realizado por Jesús.
Ese amor está ya realizado en la comunidad de Éfeso, y Pablo da a Dios gracias por ello. Finalmente Pablo añade una oración en la que pide que los miembros de la comunidad sigan profundizando en el conocimiento del proyecto de Dios y se fortalezca en ellos la confianza en que ese proyecto se logrará plenamente.