Domingo 25º del Tiempo Ordinario - Ciclo A
Segunda lectura: Filipenses 1,20c-24.27a
20 Tal es mi expectación y mi esperanza, que en ningún caso saldré fracasado, sino que, viva o muera, ahora como siempre se manifestará públicamente en mi persona la grandeza de Cristo. 21 Porque para mí vivir es Cristo y morir ganancia. 22 Por otra parte, si vivir en este mundo me supone trabajar con fruto, ¿qué elegir? No lo sé. 23 Las dos cosas tiran de mí: deseo morirme y estar con Cristo (y esto es con mucho lo mejor); 24 sin embargo, quedarme en este mundo es más necesario por vosotros. |
Pablo escribe desde la cárcel. Está allí por ser cristiano (1,13) y su testimonio está alentando a muchos a proclamar el mensaje sin miedo (1,14). En esas circunstancias se plantea la cuestión de su muerte; la certeza de que irremediablemente llegará, no provoca en él ninguna angustia pues su esperanza es firme y tiene plena confianza en que lo que suceda, sea lo que sea, servirá para manifestar la grandeza del Mesías, bien porque salve la vida, bien porque, en la persecución, se mantenga firme en la fe. Si vive, seguirá sirviendo a la comunidad, animando y estimulando su fe y su compromiso cristiano; si muere, se reunirá con Jesús Mesías. ¿Lo mejor para él? Encontrarse definitivamente con Cristo. ¿Su elección? El bien de la comunidad.
En cualquier caso, exhorta Pablo a los cristianos de Filipos, deben vivir «a la altura de la buena noticia del Mesías», es decir, deben mantenerse firmes en su compromiso con el evangelio.