¹ Josué reunió a las tribus de Israel en Siquén. Convocó a los ancianos de Israel, a los cabezas de familia, jueces y alguaciles, y se presentaron ante el Señor.
      ² Josué habló al pueblo:
      - Así dice el Señor Dios de Israel:
      ¹⁵ Si os resulta duro servir al Señor, elegid hoy a quién queréis servir; a los dioses que sirvieron vuestros padres al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuyo país habitáis; que yo y mi casa serviremos al Señor.
      ¹⁶ El pueblo respondió:
      -¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para ir a servir a otros dioses! ¹⁷ Porque el Señor nuestro Dios es quien nos sacó a nosotros y a nuestros padres, de la esclavitud de Egipto; quien hizo ante nuestros ojos aquellos grandes prodigios, nos guardó en todo nuestro peregrinar y entre todos los pueblos que atravesamos. ^18b También nosotros serviremos al Señor: ¡es nuestro Dios!
 

       Renovación de la Alianza.
      Josué, ya viejo, de edad avanzada, reúne a todo Israel y pronuncia un discurso que contiene lo que podríamos llamar su testamento espiritual (c.23). Inmediatamente después reúne a las doce tribus y les propone que renueven la Alianza con el Señor.
      Después de un resumen de la historia de Israel -historia que se presenta como el fundamento de la exigencia de fidelidad al Señor como único Dios (24,3-14)- Josué plantea al pueblo la necesidad de tomar una decisión. Ellos, libremente (el pueblo debe elegir) deben decidir si quieren aceptar esas exigencias. Se pone de relieve de esta manera que Dios ofrece a los hombres su amistad; pero quiere también que los hombres sean libres y que libre y responsablemente la acepten, que libre y responsablemente acojan su Alianza.
      El pueblo acepta la propuesta de Josué. En su respuesta recogen, a modo de una profesión de fe, un resumen del discurso de Josué, sintetizando la historia de sus relaciones con Dios en tres etapas: la liberación de la esclavitud, el aprendizaje de la libertad en el desierto y la entrada en la tierra prometida.
      La experiencia del Dios liberador fundamenta y constituye al mismo tiempo la fe del pueblo.