¹⁷ Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad
    y te querrán más que al hombre generoso.
¹⁸ Hazte pequeño en las grandezas humanas
    y alcanzarás el favor de Dios;
²⁰ porque es grande la misericordia de Dios,
    y revela sus secretos a los humildes.
²⁸ No corras a curar la herida del cínico,
    pues no tiene cura, es brote de mala planta.
²⁹ El sabio aprecia las sentencias de los sabios,
    el oído atento a la sabiduría se alegrará.

    Exhortación a la humildad.
    La sabiduría que enseña el autor de este libro, Jesús Ben Sirá, es una sabiduría práctica, orientada a la vida del hombre, inmersa siempre en un entramado de relaciones. Los primeros capítulos se refieren a la relación con Dios, enseñando la estrecha conexión que existe entre la verdadera sabiduría y el temor de Dios (1-2); pasa después a tratar las relaciones dentro del ámbito familiar, insistiendo en la necesidad de honrar padre y madre (3,1-18).
    A continuación trata las relaciones con los demás y comienza ponderando el valor de la humildad. El hombre siempre espera ser querido y reconocido por sus semejantes; para que ello sea posible es necesario presentarse ante los demás sin altanería, sin orgullo; más resultados consigue, dice Ben Sirá, la humildad que la generosidad.
    Pero no sólo es importante en las relaciones con los demás; Dios quiere de manera especial a los humildes; la prueba está, dice, en que les comunica sus secretos.
    La lectura termina con una recomendación que revela un cierto pesimismo en relación con la posibilidad de recuperar al cínico, esto es, el que es tan soberbio que, a sabiendas, se comporta mal y hace alarde de ello.