12 El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron sus discípulos: - ¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua? 13 Él envió a dos de sus discípulos diciéndoles: - Id a la ciudad, os encontraréis con un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, 14y donde entre decidle al dueño: «El Maestro pregunta dónde está su posada, donde va a celebrar la cena de Pascua con sus discípulos». 15 Él os mostrará un local grande, en alto, con divanes, preparado; preparádnosla allí. 16 Salieron los discípulos, llegaron a la ciudad, encontraron las cosas como les había dicho y prepararon la cena de Pascua. 22 Mientras comían cogió un pan, pronunció una bendición, lo partió y se lo dio a ellos, diciendo: - Tomad, esto es mi cuerpo. 23 Y, cogiendo una copa, pronunció una acción de gracias, se la pasó y todos bebieron de ella. 24Y les dijo: - Esta es la sangre de la alianza mía, que se derrama por todos. 25 Os aseguro que ya no beberé más del producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba, nuevo, en el reino de Dios. 26 Y después de cantar salieron para el Monte de los Olivos. |
Los discípulos de Jesús toman la iniciativa de celebrar la Pascua judía. Jesús accede, pero el desarrollo de todo el relato indica que lo que allí se va a celebrar no es el recuerdo de los hechos que dieron lugar al nacimiento del pueblo de Israel y al establecimiento de la antigua alianza, sino que supondrán la anticipación de la Alianza nueva, que será ratificada en la cruz por la sangre derramada de Jesús de Nazaret. La institución de la Eucaristía supone el fin de la antigua Pascua y su sustitución por la Pascua de Jesús. De hecho, no hay en este relato ninguna alusión al ritual de la Pascua judía ni a la Alianza del Sinaí. La carne y la sangre del cordero pascual quedan sustituidas por el pan/cuerpo y el vino/sangre que Jesús pasa a sus discípulos y que para Jesús supone la anticipación de su entrega en la cruz y para los discípulos,-que comen el pan que Jesús les reparte y beben de la copa que les ofrece- compromiso de vivir y morir, si fuera necesario, asumiendo el modo de vida y las razones de la muerte de Jesús. Los discípulos deben, después de romper con las viejas instituciones, vivir amando a la humanidad como Jesús y comprometerse activamente con la realización de su proyecto -convertir este mundo en un mundo de hermanos-, dándolo todo, hasta el final, para hacerlo posible. |