Domingo 28º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Evangelio: Mateo 22,1-14 

 

           1 De nuevo tomó Jesús la palabra y les habló en parábolas:
           2
-  Se parece el reinado de Dios a un rey que celebraba la boda de su hijo. 3 Envió a sus criados para avisar a los que ya estaban convidados a la boda, pero éstos no quisieron acudir. 4 Volvió a enviar criados, encargándoles que les dijeran:
        - Tengo preparado el banquete, he matado los terneros y los cebones y todo está a punto. Venid a la boda.
           5
Pero los convidados no hicieron caso: uno se marchó a su finca, otro a sus negocios; 6 los demás echaron mano de los criados y los maltrataron hasta matarlos.
            7
El rey montó en cólera y envió tropas que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a su ciudad. 8 Luego dijo a sus criados:
       - La boda está preparada, pero los que estaban convidados no se lo merecían. 9 Id ahora a las salidas de los caminos, y a todos los que encontréis invitadlos a la boda.
        10
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales.
           11
Cuando entró el rey a ver a los comensales, reparó en uno que no iba vestido de fiesta, 12 y le dijo:
        - Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de fiesta? El otro no despegó los labios.
           13
Entonces el rey dijo a los sirvientes:
        - Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
           14
Porque hay más llamados que escogidos.

 

            

            Continúa el enfrentamiento de Jesús con los dirigentes, especialmente los religiosos, de Israel (Mt 21,43). Cambia la imagen, pero el mensaje es fundamentalmente el mismo: los primeros que fueron llamados a constituir una alianza de amor con Dios (la boda) han rechazado la invitación.
            No obstante el plan de Dios va a continuar; otros serán invitados, sin que se les exija requisito alguno relativo a su raza, a su religión o a su vida anterior; la única condición necesaria para participar del banquete, eso es, de la nueva realidad que constituye el Reinado de Dios, será cambiar de mentalidad y de actitud y asumir el proyecto con lealtad; eso es lo que significa vestirse con el traje de fiesta.

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