Domingo 22º del Tiempo Ordinario - Ciclo C

Segunda lectura: Hebreos 12,18-19.22-24a

 

Texto

    18 No os habéis acercado a un monte tangible y a un fuego ardiente, ni a densos nubarrones y tormenta, 19 ni al estrépito de la trompeta ni al clamor de las palabras; fue tal que aquéllos, al oírlo, pidieron que no continuase.
    22 En cambio os habéis acercado al monte Sion, a la ciudad de Dios vivo, la Jerusalén celeste; a los millares de ángeles en fiesta; 23 a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo; a Dios, juez de todo; a los espíritus de los justos llegados a la meta; 24 al mediador de una nueva alianza, Jesús, y a la sangre de la aspersión, que clama con más fuerza que la de Abel.

Notas

    Contraponiendo las dos alianzas, el autor de Hebreos pone de relieve la diferencia en la manera de percibir la presencia de Dios en una y en otra.
    En el régimen de la Antigua Alianza, la teofanía era siempre causa de miedo y terror, pues Dios era percibido como un poder inmenso, ante el que no se podía hacer otra cosa más que someterse.
    La experiencia en el nuevo régimen, en la nueva Alianza de la que es mediador Jesús, es radicalmente distinta: la presencia de Dios se siente cercana; y es causa de alegría y de fiesta de la que participa tanto la esfera de lo divino, como lo humano que ha sido incorporado a esa esfera gracias a la misión y a la entrega -a la sangre- de Jesús.

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