Domingo 8º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Primera Lectura: Isaías 49,14-15

 

Texto

14 Decía Sión: «Me ha abandonado el Señor,
     mi dueño me ha olvidado».
15 ¿Puede una madre olvidarse de su criatura,
     dejar de querer al hijo de sus entrañas?
Pues, aunque ella se olvide,
     yo no te olvidaré.

Notas

     Israel, un pueblo pequeño rodeado de imperios poderosos, pasó por muchos periodos de dominio y opresión. En esa situación surge habitualmente la pregunta: ¿es que el Señor, que nos sacó de la esclavitud de Egipto y nos convirtió en pueblo de su propiedad, nos ha abandonado?
     La respuesta del profeta Isaías usa la figura del amor materno para responder.
     La pregunta con la que Dios inicia su respuesta es claramente retórica: una madre jamás se olvida de su hijo; aunque se trate de un mal hijo, la madre no deja de quererlo.
     Pues bien, dice el Señor: podría darse el caso de que una madre se olvidara de su hijo; pero el amor de Dios nunca dejará huérfano y abandonado a su pueblo.

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