Viernes Santo - Ciclo B
Primera lectura: Primera lectura: Isaías 52,13-53,12
13 Mirad, mi siervo tendrá éxito, 53 1¿Quién creyó nuestro anuncio? |
Este es el cuarto y último de los cantos del siervo de Yahvéh.
No se sabe quién fue históricamente este personaje, a quién se refiere el profeta; ésta ha sido una cuestión muy discutida. Las opiniones son de todo tipo: Ciro, un rey pasado o futuro, el pueblo de Israel, el mismo profeta, un segundo Moisés...
Su misión se describe como un servicio a favor de la justicia y la liberación, tarea que le causará no pocas dificultades y persecuciones, aunque, para que pueda realizarla, Dios estará siempre junto a él.
El cuarto canto (52,13-53,12) es el más célebre de todos. En él la persecución llega al colmo: torturas, desprecios, sufrimientos, muerte injusta... Pero lo más importante de este cuarto canto es su dimensión teológica que algunos consideran como una de las cumbres del A.T. al presentar el carácter redentor del sufrimiento: «Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos».
Pero, en realidad, todos esos sufrimientos son la prueba y muestran la calidad de la fidelidad del siervo a su compromiso. Por parte de Dios, brilla la promesa de una recompensa que va más allá de toda esperanza -promesa que abre (52,13) y cierra (53,10b-13) el párrafo- que alcanzará no sólo al siervo, sino a toda una multitud rehabilitada -justificada- plenamente ante Dios.
Dentro de la mentalidad véterotestamentaria, según la cual todo lo que sucede es expresión de la voluntad de Dios, puede parecer que el sufrimiento es directamente querido por Dios; sin embargo el final del canto pone de manifiesto que lo que procede de Dios es la promesa de liberación, a la que el siervo se hace merecedor por su fidelidad y por su entrega, porque expuso su vida solidariamente a la muerte.