Domingo 20º del Tiempo Ordinario - Ciclo A - Evangelio

Mateo 15,21-28

 

        21Jesús se marchó de allí y se retiró al país de Tiro y Sidón. 22y hubo una mujer cananea, de aquella región, que salió y se puso a gritarle:
       -Señor, Hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija tiene un demonio muy malo.
        23 Él no le contestó palabra. Entonces los discípulos se le acercaron a rogarle:
       -Atiéndela, que viene detrás gritando.
        24 Él les replicó:
       -Me han enviado sólo para las ovejas descarriadas de Israel.
        25 Ella los alcanzó y sé puso a suplicarle:
       -¡ Socórreme, Señor!
        26 Jesús le contestó:
       -No está bien quitarle el pan a los hijos para echárselo a los perros.
        27Pero ella repuso:
       -Anda, Señor, que también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.
        28 Jesús le dijo:
       -¡Qué grande es tu fe, mujer! Que se cumpla lo que deseas.
       En aquel momento quedó curada su hija.

 

            Difícil pasaje si se quiere entender en su estricta literalidad. La clave está en la interpretación de la respuesta de Jesús a la petición de la mujer, que debe leerse como una ironía.
            Jesús está en territorio pagano y una mujer de aquella región le pide ayuda porque su hija «tiene un demonio muy malo». Ese demonio puede ser la actitud y la ideología que se traslucen en el pasaje: la resignación ante una posición de inferioridad y sumisión y la aceptación de que entre los seres humanos se pueden establecer diferencias en cuanto a la dignidad y en cuanto a los derechos fundamentales.
            Las diferencias que parece aceptar la mujer son de dos tipos: étnico-religiosas, pues acepta la superioridad de Israel sobre los paganos y, por otro lado, la social, pues acepta que entre los hombres, puede haber unos que sean considerados y tratados como amos y otros como perrillos.
            En su respuesta, Jesús se sitúa en esta mentalidad: “No estaría bien visto, de acuerdo con la ideología a la que te sometes, que te tratara ti, que eres inferior, como se trata en una familia a los hijos legítimos”. Así podríamos parafrasear la respuesta de Jesús.
            Las palabras y las acciones que siguen, muestran que ésta es la correcta interpretación de las palabras de Jesús, que su extraña respuesta debe interpretarse en ese sentido, como una ironía, como una reducción al absurdo de la mentalidad que se revela en las palabras de la mujer.
            Por un lado, afirma que es la fe y no la pertenencia a ningún grupo o nación lo que hace que su petición sea aceptada; por otro, muestra que el amor supera todas las barreras que los hombres hemos construido para separarnos a unos de otros.
            Jesús, por lo que se refiere a su actuación, seguirá curando en territorio pagano (15,29-31); y repetirá la bendición y el reparto de los panes para una multitud de paganos.

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