Domingo 14º de Tiempo Ordinario - Ciclo A - Evangelio

Mateo 11,25-30

               25En aquella ocasión exclamó Jesús:
          -Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque, has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, se las has revelado a la gente sencilla; 26sí, Padre, bendito seas, por haberte parecido eso bien.
        27Mi Padre me lo ha entregado todo; al Hijo lo conoce sólo el Padre y al Padre lo conoce sólo el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
             28Acercaos a mí todos los que estáis rendidos y abrumados, que yo os daré respiro,. 29Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy sencillo y humilde: encontrareis vuestro respiro, 30pues mi yugo es llevadero y mi carga ligera.

            Sorprendente acción de gracias de Jesús: muestra su agradecimiento al Padre porque los sabios y entendidos, no van a comprender su mensaje mientras que, por el contrario, los sencillos ya lo están comprendiendo.
            La expresión sabios y entendidos alude a Is 29,13-14, en donde se describe con esos calificativos a los responsables de que el pueblo se haya hecho merecedor de la recriminación que Dios dirige al pueblo y que Jesús volverá a citar refiriéndose a los fariseos y letrados:
 

Dice el Señor:
Ya que este pueblo se me acerca con la boca,
     y me glorifica con los labios,
     mientras su corazón está lejos de mí,
     y su culto a mí es precepto humano y rutina,
yo seguiré realizando prodigios maravillosos:
     fracasarla la sabiduría de sus sabios
     y se eclipsará la prudencia de sus prudentes.

 
            Los inteligentes de este mundo, los triunfadores, los que alcanzan el éxito, en general, lo hacen a costa de los demás. Ellos son los últimos responsables de que nuestro mundo sea como es, de que la injusticia se haya instalado en él. Para ellos y para los que piensan como ellos, creer que otro mundo es posible y luchar para que así sea, es cosa, en el mejor de los casos, de ilusos, de ingenuos, de ignorantes. Pero ese no es el punto de vista del Dios y Padre de Jesús.
            Si algún conocimiento importante hay para el hombre es el conocer a Dios como lo conoce Jesús; y conocer el plan que Dios tiene para este mundo nuestro. Pues bien, ese conocimiento, que sólo se puede alcanzar por medio de Jesús, está reservado a la gente sencilla.
            Las enseñanzas de los maestros de la ley, abrumaban y agobiaban a los que intentaban seguirlas; según estas, acercarse a Dios era una carga pesada; las enseñanzas de Jesús, por el contrario, liberan, porque aunque la tarea que propone a quienes quieran seguirlo es exigente, será llevadera sabiendo que el objetivo es un mundo en el que el amor irá haciendo posible la felicidad de todos y, además, que para realizarla se cuenta con la presencia y el apoyo de Jesús y de Dios, su Padre y nuestro Padre.

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