Domingo 30º del Tiempo Ordinario - Ciclo B
Segunda Lectura: Hebreos 5,1-6
Texto | Notas | |
5 Porque todo sumo sacerdote se escoge siempre entre los hombres y se le establece para que los represente ante Dios y ofrezca dones y sacrificios por los pecados. 2Es capaz de ser indulgente con los ignorantes y extraviados, porque a él también la debilidad lo cerca. 3Por ese motivo se ve obligado a ofrecer sacrificios por sus propios pecados como por los del pueblo. 4Ahora que nadie puede arrogarse esa dignidad; tiene que designarlo Dios, como en el caso de Aarón. | Dos rasgos debía poseer necesariamente el sumo sacerdote de la Antigua Alianza: el primero es su capacidad de compasión, de sentir solidariamente con el resto de los hombres; su condición débil, en tanto que humana, garantizaban esta característica. La segunda es la vocación, el haber sido elegido por Dios para desempeñar esta tarea, ya que nadie, por propia iniciativa, puede realizar la misión de mediador entre la humanidad y el Señor. A esta segundo rasgo se refiere el autor de Hebreos para afirmar que lo posee Jesús, sacerdote único de la Nueva Alianza que fue designado por Dios Mesías (Sal 2,7) y sacerdote, aunque no en la línea de Aarón, sino en la de Melquisedec (Sal 109[110]),4), línea que incluye una característica más: no es un sacerdocio temporal, como el de los sacerdotes judíos, sino eterno. |