Domingo 17º del Tiempo Ordinario - Ciclo B
Segunda lectura: Efesios 4,1-6
4 1 En consecuencia, un favor os pido, yo, el prisionero por el Señor: Que viváis a la altura del llamamiento que habéis recibido; 2 sed de lo más humilde y sencillo, sed pacientes y conllevaos unos a otros con amor. 3 Esforzaos por mantener la unidad que crea el Espíritu, estrechándola con la paz. 4 Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una es también la esperanza que os abrió su llamamiento; 5 un Señor, una fe, un bautismo, 6 un Dios y Padre de todos, que está sobre todos, entre todos y en todos. |
Exhortación de Pablo a la comunidad para que mantenga la unidad. Éste será un signo que revele la coherencia y la fidelidad de la comunidad de Éfeso a su vocación cristiana y debe fundarse -en lo que se refiere a la unidad exterior, la que puede ser percibida por todos- en la humildad (reconocimiento del valor de los demás; renuncia a una permanente competición por hacer prevalecer nuestro prestigio sobre el de los demás), la paciencia (comprensión, respeto y tolerancia de los demás, a pesar de sus imperfecciones) y el amor al estilo de Jesús. Todo ello revelará la presencia del Espíritu en medio de la comunidad, es decir, mostrará que la vida que comparten los hermanos es la misma vida de Dios que es Padre -origen de la vida, de esa vida- de todos.
Esa unidad percibida así desde fuera de la comunidad, será la manifestación de una unidad mucho más profunda, construida alrededor del seguimiento de Jesús, de un compromiso firme con su proyecto asumido en el bautismo y de la fraternidad que, como fruto del Espíritu, se constituye gracias a la vida que procede de un Padre común.