Domingo 5º de Pascua - Ciclo B

Segunda lectura: 1ª Juan 3,18-24

 

       18 Hijos, no amemos con palabras y de boquilla, sino con obras y de verdad.
         
19 De este modo sabremos que estamos de parte de la verdad y podremos apaciguar ante Dios nuestra conciencia; 20 y eso aunque nuestra conciencia nos condene, pues por encima de nuestra conciencia está Dios, que lo sabe todo.
         21 Amigos míos, cuando la conciencia no nos condena, sentimos confianza para dirigirnos a Dios 22 y obtenemos cualquier cosa que le pidamos, porque cumplimos sus mandamientos y hacemos lo que le  agrada. 23 Y éste es su mandamiento: que creamos en la condición de su Hijo, Jesús Mesías, y nos amemos unos a otros como él nos dejó mandado. 24 Quien cumple sus mandamientos habita en Dios y Dios en él; y ésta es la señal de que habita en nosotros, el Espíritu que nos ha dado.

 

      Juan exhorta a sus lectores a no quedarse en las buenas intenciones o en las bellas palabras: el amor debe realizarse en las obras.
      El amor, así realizado, se convierte en criterio de verificación de nuestra unión con Dios y garantía que asegura que nos escucha cuando nos dirigimos a Él.
      Sus exigencias se reducen al reconocimiento de Jesús como Mesías y, por tanto, a la aceptación de su mensaje y su estilo de vida sintetizado en el mandamiento del amor.
      La práctica del amor, finalmente, convierte al hombre en templo de Dios; es decir: cuando alguien pone en práctica el mandamiento nuevo, hace presente a Dios en el mundo, presencia que él percibe de modo especialísimo gracias a la experiencia del Espíritu.

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