Vigilia Pascual - Ciclo B
Romanos 6,3-11
¿Habéis olvidado que a todos nosotros, al bautizarnos vinculándonos al Mesías Jesús, nos bautizaron vinculándonos a su muerte? Luego aquella inmersión que nos vinculaba a su muerte nos sepultó con él, para que, así como Cristo fue resucitado de la muerte por el poder del Padre, también nosotros empezáramos una vida nueva. |
Pablo acaba de exponer su doctrina sobre la gracia de Dios que inaugura un nuevo régimen, dejando obsoleto el viejo régimen de la Ley. Respondiendo a los argumentos de un objetor literariamente supuesto, Pablo afirma que el que el amor de Dios -la gracia-, que se da gratuitamente y sin medida, no puede ser pretexto para el pecado porque, en ese caso, la libertad alcanzada al sustraerse al yugo de la Ley acabaría en una nueva esclavitud.
El bautismo supone igualmente la ruptura con el orden de pecado establecido en el mundo: ese orden ya no tiene derecho respecto a los que han asumido el proyecto de Jesús y han optado por un orden nuevo, por un mundo nuevo.
El modo de vida del cristiano debe ser una consecuencia del significado de su bautismo: por medio de este signo, el cristiano ha quedado vinculado a la muerte de Jesús y, por tanto, ha asumido el compromiso de luchar, como lo hizo Jesús, contra el dominio de la injusticia y el pecado para vivir de acuerdo con el plan de Dios.