¹¹ Ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora tenemos la salvación más cerca que cuando empezamos a creer. ¹² La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades propias de las tinieblas y pertrechémonos para actuar en la luz. ¹³ Comportémonos como en pleno día, con decoro: nada de comilonas ni borracheras, nada de orgías ni desenfrenos, nada de riñas ni porfías. ¹⁴ En vez de eso, revestíos del Señor, Jesús Mesías, y no deis pábulo a los bajos deseos.

    Cercanía de la salvación.
    De la esperanza de que la noche, la tiniebla, el mundo estructuralmente injusto, está a punto de finalizar nace una exigencia, despertar del sueño, abandonar las actividades propias de la noche: hay que romper con la injusticia establecida como norma de vida y modo de comportamiento, como pauta para la relación y la convivencia; por ello es necesario empezar a actuar de otra manera y adoptar el modo de proceder propio de Jesús -revestíos del Señor Jesús- que caracteriza el nuevo día y que consiste en el amor: «A nadie le quedéis debiendo nada, fuera del amor mutuo, pues el que ama al otro tiene cumplida la Ley» (Rm 13,8).