Domingo 3º de Cuaresma - Ciclo B
Segunda lectura: 1ª Corintios 1,22-25
22Pues mientras los judíos piden señales y los griegos buscan saber, 23nosotros predicamos un Mesías crucificado, para los judíos un escándalo, para los paganos una locura; 24en cambio, para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Mesías que es portento de Dios y saber de Dios: 25porque la locura de Dios es más sabia que los hombres, y la debilidad de Dios más potente que los hombres. |
El mensaje de Jesús supone y propone un nuevo orden, radicalmente distinto a todos los que los hombres habían puesto en práctica hasta el momento. Por eso, pensado desde las categorías de quienes han aceptado como válido, como orden, la injusticia establecida («a los estudiosos del mundo este», 1,20), el mensaje de un liberador crucificado es o inaceptable o incomprensible.
A los judíos les resultaba escandaloso, una blasfemia, pensar que el Mesías de Dios pudiera haber terminado fracasando, ejecutado en una cruz; a los filósofos les resulta irracional: Dios no puede ser vencido. Ni a unos ni a otros les resulta admisible, ya sea por sus creencias religiosas, ya por sus convicciones racionales que la entrega de Jesús sea la manifestación del amor de Dios y que, por tanto aquella muerte sea portadora de una energía liberadora y vivificadora más poderosa que cualquier otra. Pero Dios es como es, y no como quieren presentarlo los ideólogos del orden presente. Y Dios es, así se ha revelado en Jesús de Nazaret, amor que entrega y comunica la vida y no violencia que domina y mata.