Domingo 23º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Segunda lectura: Romanos 13, 8-10

 

 

             8 A nadie le quedéis debiendo nada, fuera del amor mutuo, pues el que ama al otro tiene cumplida la Ley. 9 De hecho, el «no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no envidiarás» (Ex 20,13-17; Dt 5,17-21) y cualquier otro mandamiento que haya se resumen en esta frase: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Lv 19,18). 10 El amor no causa daño al prójimo y, por tanto, el cumplimiento de la Ley es el amor.

 

            Pablo, fariseo de formación, pero ya convencido de que la Ley de Moisés ha caducado, encuentra en el amor el fundamento moral característico del comportamiento cristiano. La función ética de la Ley pierde su vigencia, queda «cumplida» si siempre que se actúa se hace movido por el amor.
            La justificación de este principio la encuentra Pablo ya en el Antiguo Testamento: la exigencia de amor al prójimo de Lv 19,18 contiene en sí todos los mandamientos referidos a la relación con los demás. El último versículo aclara la razón por la que existió la ley: evitar que unos hicieran daño a otros; y, puesto que actuar por amor garantiza que no se hará daño a los demás, el mandamiento del amor al prójimo condensa y da cumplimiento a toda la Ley de Moisés.

 

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