¹ Acerca del tiempo y las circunstancias, no necesitáis, hermanos, que se os escriba, ² pues sabéis perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón de noche. ³ Cuando estén diciendo «hay paz y seguridad», entonces les caerá encima de improviso el exterminio, como los dolores a una mujer encinta, y no podrán escapar. ⁴ A vosotros, en cambio, que no vivís en tinieblas, ese día no tiene por qué sorprenderos como un ladrón, ⁵ pues todos vivís en la luz y en pleno día. No pertenecemos a la noche ni a las tinieblas, ⁶ por eso no durmamos como los demás, estemos despiertos y despejados.

     La cuestión sobre la muerte de algunos allegados a los miembros de la comunidad (segunda lectura del domingo pasado) suscita otro tema: el de la segunda venida del Señor y, más concretamente, el tiempo y las circunstancias en que se producirá esa venida.
     Pablo reafirma su doctrina: la llegada del Mesías será imprevisible, por eso no hay que estar preocupados por ese asunto, sino por mantener con firmeza la fidelidad al compromiso con el proyecto de Jesús porque ese día será de condena para los que dicen que la presente es una situación de paz y seguridad, es decir, para los que, perteneciendo al orden este, creen (o pretenden que otros lo crean así) que la injusticia (la tiniebla) puede identificarse con la paz (ver Jer 6,14); los cristianos, en cambio, han roto con ese mundo (con ese orden) y tratan de hacer realidad en sus vidas un orden nuevo (la luz). Mantenerse despiertos y despejados equivale a mantener la ruptura con el mundo este y perseverar en la lucha por la progresiva implantación del mundo nuevo.