Domingo 3º del Tiempo Ordinario - Ciclo C

Salmo responsorial: Salmo 18,8-10.15

 

Texto

8 La ley del Señor es perfecta
     y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
     e instruye al ignorante;
9 los mandatos del Señor son rectos
     y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
     y da luz a los ojos;
10 la voluntad del Señor es pura
     y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
     y enteramente justos.
15 Que te agraden las palabras de mi boca.
     y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
     Señor, roca mía, redentor mío.

Notas

     Himno de alabanza en el que se unen, en la motivación del salmista, la creación y la ley: el orden de la naturaleza y el de la comunidad humana proceden de Dios y hay que reconocer, agradecidos la grandeza y la gloria del autor de tal orden. El funcionamiento de la naturaleza es, en sí mismo, un himno silencioso que proclama la grandeza de Dios.
     En la segunda parte del salmo, seleccionado para la liturgia de este domingo, la atención se pone en la Ley, mediante la que debe implantar en la comunidad humana un orden que sea reflejo del orden de la naturaleza. La ley se describe mediante seis sinónimos que expresan el valor y la justicia de la misma. Además, la experiencia del salmista muestra que el cumplimiento de la ley de Dios, lejos de anular la libertad del hombre, le produce una interna y serena armonía, es causa de una profunda y plena paz.
     Después de pedir perdón por su posibles faltas y ayuda para no volver a cometerlas, el salmista termina suplicando a Dios que acepte su actitud.

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