¹ Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
     el orbe, y todos sus habitantes:
² él la fundó sobre los mares,
     él la afianzó sobre los ríos.
³ - ¿Quién puede subir al monte del Señor?
     ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
⁴ - El hombre de manos inocentes,
     y puro corazón, que no confía en los ídolos
     ni jura contra el prójimo en falso.
⁵ Ese recibirá la bendición del Señor,
     le hará justicia el Dios de salvación.
⁶ - Este es el grupo que busca al Señor,
     que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

     Himno litúrgico recitado a dos coros.
     Comienza con una estrofa en la que se canta el poder creador y el señorío universal de Dios.
     La segunda estrofa se inicia con la pregunta acerca de las condiciones necesarias para poder acercarse al lugar en el que ese Dios se hace presente. La respuesta indica cuáles son esas condiciones: manos limpias y corazón puro, es decir, rectitud en el comportamiento e integridad en la intención; y lealtad para con Dios y para con el prójimo.
     La última estrofa que se recitará en la celebración dominical es la presentación que hace de sí mismo el grupo que participa en la liturgia original del salmo: los que vienen buscando al Señor tratan de ser así, se acercan a Dios con toda sinceridad y honestidad.