² Pueblos todos, batid palmas.
     Aclamad a Dios con gritos de júbilo:
³ porque el Señor es sublime y terrible,
     emperador de toda la tierra.

⁶ Dios asciende entre aclamaciones,
     el Señor, al son de trompetas:
⁷ tocad para Dios, tocad,
     tocad para nuestro rey, tocad;
⁸ porque Dios es el rey del mundo:
     tocad con maestría.

⁹ Dios reina sobre las naciones
     Dios se sienta en su trono sagrado.

     Himno a Dios rey del universo.
     Invitación a la alabanza. No se leerán en la liturgia los versos en los que se expresa el motivo de la alabanza: la intervención de Dios en favor de su pueblo, la elección y el don de la tierra prometida (vv. 4-5).
     Esta intervención de Dios se recuerda -se actualiza- en la celebración litúrgica, con motivo, quizá, de la entronización del Arca de la Alianza en el templo o de cualquier otra circunstancia análoga.
     Nueva invitación a alabar a Dios; el motivo ahora es su realeza universal, su señorío por encima de los grandes de la Tierra: Dios reina sobre todos los pueblos, culminando así la historia de la promesa y la elección que dio comienzo con la vocación de Abraham.