³ El pueblo, sediento, murmuró de Moisés diciendo:
     - ¿Por qué nos has sacado de Egipto para matarnos a nosotros, a nuestros hijos y al ganado?
     ⁴ Moisés clamó al Señor:
     -¿Qué hago con este pueblo? Por poco me apedrean.
     ⁵ El Señor respondió a Moisés:
     -Pasa delante del pueblo, acompañado de los ancianos de Israel, empuña el bastón con el que golpeaste el Nilo, y camina; ⁶ yo estaré frente a ti junto a la roca de Horeb. Golpea la roca y saldrá agua para que beba el pueblo.
     ⁷ Moisés lo hizo ante los ancianos de Israel y llamó el lugar Masá y Meribá, porque habían reñido y habían tentado al Señor preguntando: ¿Está el Señor entre nosotros?

     Conquistar la libertad plena es siempre una tarea ardua y difícil.
     Los israelitas, que habían dejado ya atrás tierra de la esclavitud, están caminando hacia la tierra prometida en donde deberán construir una vida, una convivencia en libertad. Pero el camino es largo (cuarenta años, dice la Biblia, número simbólico que, entre otras cosas, expresa que la liberación es un proceso que requiere su tiempo).
     Y se cansan porque no acaban de llegar a la meta.
     Y se enfadan con Moisés que los sacó de la seguridad de la esclavitud para ponerlos delante de una tarea verdaderamente complicada: ganar la libertad. Su enfado revela además desconfianza hacia el Señor. A pesar de ello, el Dios de la liberación se vuelve a hacer presente por medio de Moisés, garantizando con su presencia la vida del pueblo.
     El nombre que da Moisés a aquel paraje será testimonio de la desconfianza del pueblo y, al mismo tiempo, de la fidelidad de su Dios.