Santos Pedro y Pablo, aóstoles - Primera lectura
Hechos de los Apóstoles 12,1-11
1 En aquella ocasión el rey Herodes echó mano a algunos miembros de la comunidad para ensañarse con ellos. 2 Hizo pasar a cuchillo a Santiago, el hermano de Juan. |
La comunidad cristiana de Jerusalén experimenta en sus carnes el cumplimiento de las advertencias o anuncios de Jesús acerca de las persecuciones que tendrían que sufrir sus seguidores.
Herodes comienza la persecución pasando a cuchillo a Santiago, hermano de Juan, el primer apóstol que sufre el martirio. Y al comprobar que ese comportamiento agrada a los judíos, detiene a Pedro aunque, por estar en plenas fiestas de Pascua, se limita a tenerlo encarcelado para «hacerlo comparecer ante el pueblo», es decir, para ganarse al pueblo, ofreciéndole también la cabeza de Pedro.
El relato de la liberación milagrosa de Pedro está lleno de marcas textuales que señalan el carácter simbólico del mismo: se trata de la liberación definitiva de la ideología nacionalista y fundamentalista que había caracterizado a Pedro desde el principio.
La datación del acontecimiento en la Pascua, la expresión «aquella noche», el calzarse la sandalias y ponerse el cinturón, la prisa en la salida... ponen en relación la liberación de Pedro con el primer éxodo: se trata, pues de la liberación definitiva de Pedro.
El último versículo de la lectura describe la esclavitud de la que Pedro se libera: en primer plano aparece su salida de la cárcel, se libra «de las manos de Herodes»; en segundo lugar de «la expectación del pueblo judío». Esta expresión tiene, sin duda, un doble sentido: el más superficial se refiere a la morbosa curiosidad con que los judíos de Jerusalén esperaban que pasara la Pascua para ver juzgado, condenado y seguramente ejecutado a Pedro.
El segundo sentido se refiere a la esclavitud más honda y a la que había causado más dificultades para que Pedro aceptara plenamente el mensaje de Jesús: la expectación nacionalista que Pedro compartía con el núcleo más fanático del pueblo judío y de la que queda definitivamente liberado.
El carácter de esta liberación queda confirmado por la intervención de Pedro en la asamblea conocida como “concilio de Jerusalén” -última aparición de Pedro en el libro de los Hechos- cuando interviene para afirmar con toda claridad la igualdad ante Dios de judíos y paganos (Hch 15,6-11).