Domingo 24º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Primera Lectura: Isaías 50,5-9a

 

Texto

5 El Señor me abrió el oído:
    yo no me resistí ni me eché atrás:
11 ofrecí la espalda a los que me apaleaban,
    las mejillas a los que mesaban mi barba;
no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos.
7 El Señor me ayuda,
    por eso no sentía los ultrajes;
por eso endurecí el rostro como pedernal,
    sabiendo que no quedaría defraudado.
8 Tengo cerca a mi defensor,
    ¿quién pleiteará contra mí?
    Comparezcamos juntos.
¿Quién tiene algo contra mí?
    Que se me acerque.
9 Mirad, el Señor me ayuda,
    ¿quién me condenará?

Notas

    Tercer cántico del Siervo de Yaweh, personaje anónimo que aparece la segunda parte del libro del profeta Isaías y que, según la interpretación más probable, se trata de una personificación literaria que simboliza al pueblo de Israel. Posteriormente, en el Nuevo Testamento, se usarán los poemas que se refieren a él para describir la misión de Jesús (también se aplicarán a otras personas, como a Pablo, en el libro de los Hechos). En este fragmento, aunque no se le llama así, se le describe como profeta: llamado para hablar en nombre de Dios con toda fidelidad. Su misión, que se fundamenta en la escucha atenta de la palabra de Dios, provoca el conflicto y es causa de persecución y de agresiones violentas. Su aceptación del sufrimiento revela su plena confianza en el Señor que acabará reivindicando su inocencia.

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