N a v i d a d
Primera lectura: Isaías 9,1-3.5-6
9 1 El pueblo que caminaba en tinieblas |
Este poema lo interpretan los comentaristas de Isaías como una gran profecía mesiánica o como un himno de acción de gracias por el nacimiento y/o por la entronización de un rey justo. Posiblemente esta segunda interpretación responda más al sentido original del texto, aunque nada nos impide desde una perspectiva cristiana considerar que lo que Isaías dice de un príncipe histórico (quizá Josías) se cumple de manera eminente en Jesús de Nazaret.
El punto de partida es una situación negativa, una situación de opresión (probablemente el dominio asirio) descrita con la metáfora de la tiniebla: la opresión va a terminar, la oscuridad se ha disipado totalmente, la tristeza desaparece, sustituida por el gozo y la alegría.
La alegría tiene una única causa, la intervención liberadora de Dios en favor de su pueblo, que se manifiesta en tres acontecimientos relacionados entre sí: el final de la opresión y la derrota y el castigo del opresor (v. 3), el fin de la guerra y la destrucción por medio del fuego de sus elementos más cargados de simbolismo: las botas y la sangre que empapa la ropa de los combatientes (v. 4 -Porque la bota que pisa con estrépito y la capa empapada con sangre serán combustible, pasto del fuego»- que no se lee en la celebración litúrgica); y finalmente, el nacimiento de un niño (algunos comentaristas consideran que se trata de una mirada retrospectiva en el momento de la entronización de un nuevo rey), al que se le otorgan cuatro títulos relacionados con la actividad real, de gobierno, con cuatro determinaciones que relacionan al niño con la divinidad (v.5).
El último versículo (6), explica cómo el niño va a realizar su función real: una paz sin límites, universal por tanto, fundada en la práctica del derecho y la justicia. Este último verso da plenitud de sentido a lo anterior: no valdría de nada la superación de la guerra y de la opresión si el resultado no fuese un pueblo que vive de acuerdo con la voluntad de Dios, ordenando su convivencia mediante la práctica del derecho y la justicia y, de esta manera, mostrando a todos los pueblos el designio de Dios.