Domingo 15º del Tiempo Ordinario - Ciclo A - Evangelio
Mateo 13, 1-23
13 1Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. 15Porque está embotada la mente de este pueblo; 16¡Dichosos, en cambio, vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen! 17Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron, y oír lo que oís vosotros, y no lo oyeron.< |
Dos temas destacan en la lectura de este domingo: el primero es la razón por la que Jesús habla en parábolas; la segunda la enseñanza contenida en la parábola de los distintos tipos de tierra que Jesús propone y explica.
Jesús dice a sus discípulos que ellos conocen el secreto del reinado de Dios, por lo que les puede hablar con claridad, mientras que a los demás, que no lo conocen plenamente, hay que ir desvelándoselo progresivamente.
El secreto consiste en todo lo que los discípulos han ido aprendiendo al lado de Jesús o, dicho de otro modo, todo lo novedoso que aportan su figura y su mensaje: el fin del exclusivismo judío y la universalidad del reinado de un Dios que más que Señor quiere ser Padre, la necesidad de una opción personal para aceptar esa paternidad y para incorporarse a ese reino de fraternidad universal y el mesianismo propio de Jesús tan lejano a la idea de un Mesías violento y victorioso que compartían la mayor parte de sus contemporáneos.
Conocer y aceptar esa novedad hace posible que los seguidores de Jesús puedan dar fruto, es decir, les permite vivir de acuerdo con los valores del reino y contribuir a su expansión.
El significado de la parábola lo explica el mismo evangelio y presenta cuatro maneras de acoger el mensaje de Jesús: Sin interés ninguno, como el que oye llover; el malo, es la ideología que diviniza el poder: es lo caído en el camino:
- Con interés y alegría, pero con una voluntad tan débilque no soporta la más mínima dificultad: la semilla que cae en terreno rocoso.
- Las zarzas representan, en sus dos extremos, las características del orden que el Reino quiere sustituir: por un lado, la miseria que provoca angustia por no tener garantizado el mínimo necesario para vivir (comida, vestido, casa, -ver Mateo 6,25-34) y por otro lado, la ambición, el deseo de riqueza. Aunque el mensaje sea acogido con sinceridad, ni no se superan pronto la inseguridad por el día a día o la codicia, el mensaje será del todo ineficaz.
- La tierra buena la del que acoge con sinceridad, esperanza y constancia la propuesta de Jesús, la posibilidad de un orden -reino- nuevo, de una nueva humanidad. Y se compromete con ella.