13 1En aquella ocasión algunos de los presentes le contaron que Pilato había mezclado la sangre de unos galileos con la de las víctimas que ofrecían. 2Jesús les contestó: -¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás, por la suerte que han sufrido? 3Os digo que no; y, si no os enmendáis, todos vosotros pereceréis también. 4Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? 5Os digo que no; y, si no os enmendáis, todos pereceréis también. 6Y añadió esta parábola: -Un hombre tenía una higuera plantada en su viña, fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. 7Entonces dijo al viñador: -Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué, además, va a esquilmar la tierra? 8Pero el viñador le contestó; -Señor, déjala todavía este año; entretanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol; 9si en adelante diera fruto..., si no, la cortas. |
Era creencia generalizada en tiempos de Jesús que los sufrimientos eran siempre consecuencia del pecado personal de quien los sufría. Esto suponía, por un lado, legitimar a los verdaderos responsables de la injusticia, que es la causa de la mayoría de los sufrimientos de este mundo; y, por otro lado, tal opinión actúa como tranquilizante de las conciencias de los que, en un momento determinado, no sufren. En definitiva, el resultado es la inactividad, la ausencia de reacción contra una situación o un sistema injustos. Jesús se muestra en disconformidad con esta manera de pensar: los problemas que afectan a una sociedad son responsabilidad de todos, no sólo de aquellos que los sufren en primera persona; la injusticia es responsabilidad de todos y todos acabaremos siendo sus víctimas si no adoptamos una actitud de rechazo ante ella, si no asumimos un modo de vida que la excluya definitivamente. La segunda parte de la lectura es una parábola que explica el fracaso de Israel, representado en una viña (ver, p.ej.: Is 5,1-7; Ez 17,5-6; Sal 79/80, 9-14). Dios había esperado de su pueblo el fruto que correspondía dar a quienes habían sido directos beneficiarios de la acción liberadora de Dios, derecho y justicia: «La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, son los hombres de Judá su plantel preferido. Esperó de ellos derecho, y ahí tienen: asesinatos; esperó justicia, y ahí tienen: lamentos.» (Is 5,7). La higuera estéril simboliza la institución religiosa judía que ha perdido su razón de ser porque no ha servido -no ha sabido o no ha querido hacerlo- para que el pueblo diera los frutos que Dios esperaba; por eso está a punto de ser destruida. La misericordia de Dios, sin embargo, está siempre dispuesta a ofrecer una oportunidad más. |