4 1Jesús, lleno de Espíritu Santo, regresó del Jordán, y el Espíritu lo fue llevando por el desierto 2durante cuarenta días, mientras el diablo lo tentaba. Todo aquel tiempo estuvo sin comer y al final sintió hambre. 3El diablo le dijo: -Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en un pan. 4Jesús le contestó: -Está escrito que "no sólo de pan vivirá el hombre". 5Después, llevándolo a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo 6y le dijo: -Te daré toda esa autoridad y su gloria, porque me la han dado a mí y yo la doy a quien quiero; si tu me rindes homenaje, será toda tuya. 8Jesús le contestó: -Está escrito: "Al Señor tu Dios rendirás homenaje y a él solo prestarás servicio". 9Entonces lo condujo a Jerusalén, lo puso en el alero del templo y le dijo: -Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, 10porque está escrito: "Dará órdenes a sus ángeles para que te guarden", 11y también: "Te llevarán en volandas, para que tu pie no tropiece con piedras". 12Le contestó Jesús: -Está mandado: "No tentarás al Señor tu Dios". 13Acabadas todas sus tentaciones, el diablo se alejó de él por un tiempo. |
Jesús se ha sometido al bautismo de Juan y, con ese gesto, se acaba de comprometer hasta la muerte con el proyecto que irá desvelando y realizando a lo largo de su misión por encargo de su Padre, Dios. El relato de las tentaciones que pone Lucas a continuación quiere dejar claro, desde el principio, cuáles son los caminos por los que de ninguna manera deberá transitar y; por otra parte, quienes son los enemigos de su proyecto, los que no quieren que su proyecto se realice: precisamente los que le propongan andar por esos caminos. El diablo es una figura simbólica que concentra en sí toda la oposición que Jesús sufrirá a lo largo de su vida; y poco a poco (ver p. ej. Lc 4,34.41) se irá desvelando que sintetiza todos los elementos contrarios a la vida, a la libertad y a la dignidad de los hombres. En la primera tentación el diablo propone a Jesús que use sus poderes de Mesías en beneficio propio, para saciar su hambre. La respuesta de Jesús (Dt 8,3) revela que el proyecto de Dios, su palabra, aprovecha mucho más al hombre que el saciar insolidariamente su hambre. La segunda es la tentación del poder. El poder pertenece al diablo y éste lo ofrece para que el Mesías lleve a cabo su misión: pero el culto al diablo, es decir, la fe en el poder, el deseo de dominio resulta incompatible con la fidelidad al Dios de la liberación y, por tanto, con cualquier encargo ese Dios pudiera encomendar. En la tercera, el diablo pretende que Jesús manipule a Dios, que actúe como un mago que domina la fuerza de la divinidad y que, al mismo tiempo, ponga a prueba la lealtad de Dios con él; la respuesta de Jesús deja claro que, en ningún caso, la lealtad del Señor podrá cuestionarse y que su fuerza, su amor liberador, no se puede manipular. |