Domingo 18º del Tiempo Ordinario - Ciclo B
Evangelio: Juan 6,24-35
Texto | Notas |
24Así, al ver la gente que Jesús no estaba allí ni sus discípulos tampoco, se montaron ellos en los botes y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. |
A la multitud que lo sigue, entusiasmada por la multiplicación de los panes, Jesús le hace ver que no ha aprendido la lección. El reparto de los panes era la propuesta de un proyecto de largo alcance, consistente en configurar este mundo de acuerdo con el amor de Dios presente en la comunidad de Jesús (el muchacho que ofrece los panes y los peces, Jn 6,9); ellos se han quedado en la anécdota de un estómago inesperadamente satisfecho y no han descubierto que saciar el hambre fue consecuencia directa de un gesto de solidaridad. De ahí que Jesús les avise de la necesidad de esforzarse para conseguir un alimento de otro nivel, el que da vida definitiva: el amor. Ese alimento es el que les ofrece él, que por ser portador del Espíritu del Padre (el sello -v. 27) es el modelo de hombre en el que realiza plenamente el designio de Dios. Los que escuchan sus palabras piensan que Jesús se refiere a una nueva Ley, pero Jesús les aclara que lo que les está pidiendo es la adhesión, no a unas normas, sino a su persona y al proyecto que él encarna; ellos, que se dan cuenta de que se está presentando como el Mesías, le piden un signo que respalde esa pretensión, como el maná del desierto sirvió de respaldo a la autoridad de Moisés. Jesús corrige a sus interlocutores: el maná del desierto no era verdadero pan del cielo, ni Moisés podía darlo. Tal alimento sólo puede proceder de Dios y sirve para ir dando vida al mundo, es decir, para establecer un orden social en el que el elemento estructurante sea la vida/amor de Dios. Ese es el alimento que Jesús les ha ofrecido (v. 27). Cuando le piden ese pan, Jesús vuelve a sorprender: es él el pan que da esa vida al mundo; es él el que abre la posibilidad de un mundo en el que todo tipo de hambre y de sed, todas las necesidades verdaderamente humanas, desde la necesidad de alimento a la necesidad de amor, encontrarán hartura. Para saciarse con ese alimento sólo hay que cumplir una condición: tener fe en él, darle la más completa adhesión a su persona y comprometerse plenamente con su proyecto de amor y vida para toda la humanidad. |