Domingo 13º del Tiempo Ordinario - Ciclo B
Evangelio: Marcos 5,21-43
21Cuando Jesús atravesó de nuevo al otro lado, gran multitud de gente se congregó adonde estaba él, y él se quedó junto al mar. 30Jesús, dándose cuenta interiormente de la fuerza que había salido de él, se volvió inmediatamente entre la multitud preguntando: 42 42Inmediatamente se puso en pie la muchacha y echó a andar (tenía doce años). Se quedaron viendo visiones. 43Les advirtió con insistencia que nadie se enterase y encargó que se le diera de comer. |
El evangelio describe la situación del pueblo sometido a la institución religiosa mediante dos figuras paralelas: la niña representa al pueblo que muere sometido a la autoridad de la institución religiosa -el jefe de la sinagoga-; ésta, el pueblo, solo podrá empezar a vivir y a dar vida -en Israel a su edad ya podía casarse- cuando Jairo permita que actúe el hombre -el padre, Jairo- que lleva dentro, y rompa con la institución de la que es funcionario -jefe de sinagoga- y se dirija a Jesús, que ya estaba “excomulgado” por la jerarquía religiosa judía (3,22.30), y le pida ayuda: «Mi hijita está en las últimas; ven a aplicarle las manos para que se salve y empiece a vivir». Nótese que, a medida que avanza el relato, las palabras que usa el evangelista para referirse a la niña (hijita, chiquilla, muchacha) van denotando una progresiva independencia de ésta respecto a la autoridad de su padre, mostrando así el proceso de liberación del pueblo respecto a la autoridad de la institución religiosa.
La otra figura que representa la situación del pueblo es la mujer que, desde hacía doce años -los mismos años que tiene la niña, doce, el número que es símbolo de Israel- padece una enfermedad que le va arrebatando poco a poco la vida -una hemorragia menstrual permanente- y que, por sufrir esa enfermedad, se la considera alejada de Dios -impura- y no puede ser dadora de vida -estéril, por su enfermedad, tiene también prohibido cualquier contacto con los demás, y, por tanto, las relaciones sexuales, por lo que no puede ser madre-. También ella tiene que olvidarse del sometimiento irracional a la Ley a que la obligaban los dirigentes de su religión, acercarse a Jesús, meterse en medio de la multitud que lo seguía porque había visto en él una esperanza de vida, y tocarlo: «Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragia, y notó en su cuerpo que estaba curada de aquel tormento».