Domingo de la Ascensión del Señor    - Ciclo B

Evangelio: Marcos 16,15-20

 

Texto

     15 Y [Jesús] añadió:
    - Id por el mundo entero proclamando la buena noticia a toda la humanidad. 16El que crea y se bautice, se salvará; el que se niegue a creer, se condenará. 17A los que crean, los acompañarán estas señales: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, 18cogerán serpientes en la mano y, si beben algún veneno, no les hará daño; aplicarán las manos a los enfermos y quedarán sanos.
    19Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. 20Ellos se fueron a proclamar el mensaje por todas partes, y el Señor cooperaba confirmándolo con las señales que los acompañaban.

Notas

     Este fragmento forma parte de un apéndice, añadido posteriormente al evangelio de Marcos que, en una primera redacción terminaba con la incredulidad de los discípulos (16,8).
    Últimas instrucciones de Jesús a los suyos.
    En primer lugar, les encarga la proclamación de su mensaje a toda la humanidad. El mensaje que proclaman deberá ser aceptado o no por cada uno, personalmente; su aceptación o rechazo supondrán la salvación o condena de cada uno. La salvación o condena no se deben entender referidas a la otra vida. Salvarse consiste en incorporarse a la comunidad de Jesús (véase por ejemplo Hch 2,47b: «...y día tras día el Señor iba agregando al grupo a los que se iban salvando.»); condenarse, quedarse fuera o, más exactamente, quedarse dentro del sistema injusto que gobierna el mundo.
    A continuación, indica cuáles serán las señales de los que lo acojan: serán libres y liberadores -«echarán demonios»-, serán capaces de relacionarse y comunicarse con cualquier hombre -«hablarán lenguas nuevas»- y, llenos de vida, comunicarán vida y superarán con éxito peligros mortales -«cogerán serpientes en la mano y, si beben algún veneno, no les hará daño; aplicarán las manos a los enfermos y quedarán sanos.»
    Termina con una breve noticia de la ascensión de Jesús que, a partir de ese momento, queda entronizado a la derecha del Padre, y de la misión de los discípulos confirmada por las señales que Jesús les había anunciado que los acompañarían.

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