¹⁵Si me amáis, cumpliréis los mandamientos míos; ¹⁶yo, a mi vez, le rogaré al Padre y os dará otro valedor que esté siempre con vosotros, ¹⁷el Espíritu de la verdad, el que el mundo no puede recibir porque no lo percibe ni lo reconoce. Vosotros lo reconocéis, porque vive con vosotros y además estará con vosotros.
    ¹⁸No os voy a dejar desamparados, volveré con vosotros. ¹⁹Dentro de poco, el mundo dejará de verme; vosotros, en cambio, me veréis, porque de la vida que yo tengo viviréis también vosotros. ²⁰Aquel día experimentaréis que yo estoy identificado con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros.
    ²¹El que ha hecho suyos mis mandamientos y los cumple, ése es el que me ama; y al que me ama mi Padre le demostrará su amor y yo también se lo demostraré manifestándole mi persona.

    En su discurso de despedida Jesús anuncia el envío de un nuevo valedor, el Espíritu, que prestará a los discípulos la fuerza necesaria para que puedan vivir las exigencias de su compromiso en medio de un ambiente hostil, en medio de un mundo que no reconoce a Jesús.
    El Espíritu les dará fuerza para poner en práctica el mandamiento nuevo en cada una de las circunstancias en que se presente la ocasión de hacerlo; de esta práctica nacerá una profunda y rica experiencia: serán capaces de ver a Jesús, de descubrir su presencia en el mundo y en el interior de ellos mismos, pues vivirán de su propia vida; esa experiencia culmina en la identificación con Jesús y con el Padre, y en sentirse objeto del amor de ambos, amor que será revelador del ser de un Dios Padre y Hermano.