5 1Mientras la multitud se agolpaba alrededor de él para escuchar el mensaje de Dios, estando él también a la orilla del lago, 2vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. 3Subió a una de las barcas, que pertenecía a Simón, y le rogó que la sacase un poco de tierra. Se sentó y, desde la barca, se puso a enseñar a las multitudes. 4Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: -Sácala adonde haya fondo y echad vuestras redes para pescar. 5Simón le contestó: -Jefe, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, fiado en tu palabra, echaré las redes. 6Asi lo hicieron, y capturaron tal cantidad de peces que reventaban las redes. 7Hicieron señas a los socios de la otra barca para que fueran a echarles una mano. Fueron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. 8Al ver esto, Simón Pedro se postró a los pies de Jesús, diciendo: -Apártate de mí, Señor, que soy un pecador. 9Es que él y todos los que estaban con él se habían quedado pasmados por la redada de peces que habían cogido, 10y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: -No temas; desde ahora pescarás hombres vivos. 11Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron. |
Llamada o vocación de los primeros discípulos israelitas. La escena nos presenta a un grupo de trabajadores, pescadores que acaban de pasar por una larga noche de esfuerzo sin obtener resultado alguno. Jesús ya es conocido y la gente lo busca para escuchar su mensaje. Pero su tarea no la va a realizar en solitario. La pesca milagrosa es el punto de partida de la llamada y explicación del objeto de la misma. La respuesta de Pedro cuando Jesús los invita a volver al mar y echar de nuevo las redes revela que Pedro ya lo conoce y confía en él; el resultado de la pesca le descubre que tiene una especial relación con Dios y, como antes Isaías, se siente indigno de estar cerca de él: antes lo llamó «jefe», ahora lo llama «señor», expresión que los judíos usaban para sustituir el nombre de Dios, Yahwéh, que no podían pronunciar. La tarea que Jesús les propone es ser «pescadores de hombres». La expresión no podemos entenderla con el sentido que la metáfora “pescar a alguien” tiene en la actualidad (p. ej. captar a alguien para una organización). La pesca, en sentido propio consiste en sacar peces del agua, su medio natural fuera del cual morirán; sin embargo, sacar a una persona del agua es devolverla a su ámbito vital, liberarlo de un peligro de muerte; ser pescadores de hombres supone garantizar la vida de alguien: es una tarea, por tanto, que consiste en luchar por la vida del hombre. La respuesta de los llamados recuerda también, por su disponibilidad y radicalidad, a la de Isaías: «dejándolo todo, lo siguieron». |