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Segunda estación: desde el principio, un compromiso sin límites.
S. Te alabamos, Jesús, y te bendecimos
R. Porque con tu amor, que te llevó hasta la cruz, liberaste al mundo.
Lucas 3,15-16.21-22
15 Mientras el pueblo aguardaba y todos se preguntaban para sus adentros si acaso Juan era el Mesías, declaró Juan dirigiéndose a todos:
16 -Yo os bautizo con agua, pero llega el que es más fuerte que yo, y yo no soy quién para desatarle la correa de las sandalias. El os va a bautizar con Espíritu Santo y fuego.
21 Después de bautizarse el pueblo entero, y mientras oraba Jesús después de su bautismo, se abrió el cielo, 22 bajó sobre él el Espíritu Santo en forma visible, como de paloma, y hubo una voz del cielo:
-Hijo mío eres tú, yo hoy te he engendrado.
Reflexión
Juan Bautista propone a quienes se acercan a él un cambio de vida que se expresa simbólicamente en el bautismo que reciben.
La respuesta a la predicación de Juan es, según Lucas, masiva: el pueblo entero -¡pero no los dirigentes!- se somete al bautismo de Juan. Y después de todo el pueblo, se acerca Jesús.
El rito bautismal significa la ruptura con la situación de injusticia presente -muerte al pecado, en términos teológicos- para nacer a una vida nueva, para asumir un compromiso de lucha y práctica por y de la justicia.
Jesús, que no era culpable de ningún pecado ni cómplice de la injusticia, no tenía de qué arrepentirse; sí que fue, desde su mismo nacimiento, víctima del pecado, y lo sería hasta su misma muerte. Pero el estar libre de culpa no le impidió hacerse solidario con los pecadores del pueblo, no en tanto que culpables del pecado, por el que mostraban, con su bautismo, arrepentimiento; sino en cuanto víctimas del mismo.
Pero Jesús se somete al rito del bautismo, no como símbolo de arrepentimiento en relación con su pasado, sino como expresión de su compromiso con el futuro: un compromiso de amor a ese pueblo y a toda la humanidad que lo llevará, al mantenerlo hasta el final, a entregar su propia vida como testimonio de amor y prueba de fidelidad. Esto es lo que significa el bautismo de Jesús: que él se solidariza con ese deseo de cambiar de vida que se expresa en el bautismo del pueblo y que está dispuesto a dar la vida para que ese cambio sea posible.
Con plena conciencia, con absoluta libertad, Jesús da los primeros pasos en ese Via Crucis, en ese camino hacia la cruz.
Oración
Te queremos dar las gracias, Señor, por tu solidaridad con la humanidad. Tú no fuiste nunca cómplice de la injusticia, pero sí quisiste ser solidario con los deseos de un pueblo que ansiaba y necesitaba que el mundo fuera como tu Padre lo pensó. Por eso te sometiste a un bautismo que, en todos los demás era signo de arrepentimiento, de conversión.
También nosotros, recién nacidos, recibimos el bautismo. Y, a lo largo de nuestra vida, nos hemos dejado contaminar por los valores contrarios a tu proyecto. Por eso estamos siempre necesitados de renovar nuestra conversión, de confirmar nuestra decisión de romper con los falsos valores de este mundo para abrazar los de tu reino, reino de verdad, de justicia, de amor y de paz.
Ayúdanos a caminar firmes por ese camino, nos cueste lo que nos cueste.
Te lo pedimos por Jesús, hijo tuyo, hermano nuestro que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.