Escrito por Rafael J. G. A. |
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Presentación del libro
“El Horizonte humano.
Conversaciones con Fernando Camacho”
Juan Miguel Batalloso Navas
Presentación realizada el 22 de mayo de 2017 en La Pañoleta, en la Parroquia de Nuestra Señora de Guía por
Rafael J. García Avilés
1. Evolucionar rejuveneciendo
El evangelio de Lucas comienza con un doble anuncio: el anuncio del nacimiento de Juan Bautista y el anuncio del nacimiento de Jesús.
En el primero de estos anuncios un ángel se dirige a Zacarías, sumo sacerdote, ya anciano, casado con Isabel, también de avanzada edad. No habían podido tener hijos y el mensajero divino le comunica que su mujer va a quedar embarazada y dará a luz un hijo para el que el Señor tiene una importante misión, preceder al Señor. Dice el evangelio: “Él precederá al Señor con el espíritu y fuerza de Elías para reconciliar a los padres con los hijos”...
En estas palabras resuena el eco del final del libro de Malaquías, el último de los profetas:
Mirad: os enviaré al profeta Elías
antes de que llegue el día del Señor,
grande y terrible:
reconciliará a padres con hijos,
a hijos con padres,
y así no vendré yo a exterminar la tierra.
La coincidencia no es una casualidad; el evangelista está citando al profeta como confirma la alusión a Elías; pero corta la profecía; Juan tendrá la misión de “reconciliar a los padres con los hijos”; nada dice de reconciliar a los hijos con los padres. Una traducción más literal de esos textos sonaría así: convertir el corazón de los padres hacia los hijos... En todo caso, traduzcamos como traduzcamos, la intención del evangelista parece clara: fijar la mirada en el futuro; no es lo viejo lo que vale, sino lo que está por llegar.
Dicen los cínicos que la evolución natural de un ser humano en cuanto a su ideología sería más o menos esta: de joven, utópico y, por tanto, revolucionario; en la madurez, realista y, por tanto, más o menos reformista; y de mayor, nostálgico y, en consecuencia, conservador.
Pues lo que se deduce de la lectura del libro que estamos presentando es que en Fernando ha sido exactamente al revés.
Yo mismo me sorprendo de mi propia evolución, sobre todo, cuando me pongo a pensar que pertenezco a una familia, que desde el punto de vista cristiano, era muy tradicional. Las enseñanzas que recibí de niño, los colegios en los que me eduqué...,, fueron las enseñanzas religiosas típicas de la época, aquellas del nacionalcatolicismo. (pág.16).
Aquello me dio una estructura muy conservadora. Me hizo un hombre de seguridades, de manera que hubo una etapa de mi vida que llegó aproximadamente hasta los veintitantos años en la que yo era muy conservador. dor. (pág.17).
Está claro, por lo que conocemos de Fernando y por lo que podemos leer en este libro que el cambio que se fue produciendo en su mentalidad fue de una apertura permanente hacia el futuro, con la mirada puesta en un permanente horizonte utópico:
La utopía es el gran motor de la vida humana. Es al mismo tiempo la máquina y la fuerza que te mueve. Sin utopía estamos muertos. (pág. 89).
Aquí tenemos la realización de lo que anunciaba la profecía de Malaquías reinterpretada por el evangelio de Lucas: se ha producido la conversión hacia futuro lo que, en el fondo, constituye un compromiso de realizarlo. Volveré al final a esta cuestión.
2. El “bollito”
Este cambio no fue una caída del caballo, como le pasó a Pablo de Tarso, sino un proceso que duró muchos años y en los que influyeron muchas personas y muchos acontecimientos: determinados profesores del seminario, la universidad de Salamanca, el párroco de La Pañoleta, Don Miguel Mejías, la lectura de los teólogos más abiertos de la época, el contacto con la juventud, el Concilio Vaticano II, los papas Juan XXIII y Pablo VI, la encíclica Pacen in Terris... De todos estos hechos y personas y de su influencia en su evolución en distintos aspectos (religioso, social, político) nos va hablando a lo largo del libro.
Y, sin duda, lo que acabará consolidando definitivamente esa evolución es su encuentro con Juan Mateos y su colaboración con él en la traducción del Nuevo Testamento y en los posteriores trabajos de análisis lingüístico y comentario que culminan con el magnífico y monumental Comentario al Evangelio de Marcos.
En esa relación con Juan Mateos hay un hecho, aparentemente sin importancia, materialmente insignificante, que marca un hito, un punto de no retorno en esta evolución; un hecho que yo también pude experimentar y que produjo en mí, que también había pasado por una evolución semejante a la de Fernando, el mismo efecto. Me refiero a la lectura del “bollito”.
Cuando ahora lo veo en perspectiva, aquel acontecimiento del bollito de Juan Mateos, significó para mí el impulso y la orientación fundamental para realizar y desarrollar todo lo que vino después de aquellos tres años y medio en Roma, es decir, para comprometerme en Pañoleta con mi gente y para trabajar también como profesor y estudioso en el Seminario Diocesano. (pág. 94).
Pero, ¿en qué consistía el “bollito”? Juan Mateos lo explicaba más o menos de esta manera: Jesús de Nazaret no vino a enseñarnos el camino del cielo, sino a “armar el bollo”. Aquellas decenas de folios nos dio a leer eran un breve resumen del gran bollo que Jesús armó. Pero que sea Fernando el que nos diga qué efecto tuvo para él:a él:
Al poco tiempo de estar allí en Roma, Juan Mateos me dio a leer una pequeña síntesis de como concebía él el mensaje evangélico, que iba como introducción a un Nuevo Testamento comentado que Juan Mateos estaba preparando y que lo llamaba "el bollito", dándomelo a leer antes de su publicación. Cuando yo leí aquel "bollito", aquella introducción resumen de su visión del Evangelio, fue cuando descubrí la perla y el tesoro. Descubrí la extraordinaria riqueza del mensaje evangélico y a mí se me caían las lágrimas, lloraba leyendo y diciéndome "esto es lo que yo andaba buscando toda mi vida" y entonces lo vi perfectamente claro. Aquel era el camino por el que yo quería ir, pero no sabía muy bien como ir y a donde ir, pero ya lo tenía claro.
JMBN. O sea, que te dieron un bollito y aquel bollito valía más y tenía más alimento que todos los siete u ocho años que tú llevabas estudiando.
FCA. Muchísimo más, muchísimo más, porque además aquellos siete u ocho años de estudio fueron para mí de una confrontación intelectual constante y me decía, "esto no me convence", "aquello no se tiene en pie", "esto no se sostiene", "esto es irracional", "esto es ilógico", "esto no puede ser" y yo me respondía en la convicción de que tenía que haber algo más y entonces cuando Juan Mateos me dio el bollito, pues me dije, "ya lo encontré".
...ese bollito, es un resumen de lo que después fue el libro "El horizonte humano. La propuesta de Jesús", que tuve la gran alegría y satisfacción de escribir y publicar junto a mi maestro Juan Mateos. (pág. 94).
3. Dichosos los pobres
Una de las muchas aportaciones de Fernando Camacho como, como científico ha aportado es la clarificación definitiva en su tesis doctoral sobre la Bienaventuranzas del concepto “pobre de espíritu”, proporcionando una base científica, en el campo de la lingüística a algo que se afirmaba en muchos momentos de tradición cristiana, desde muchos Santos Padres de la antigüedad hasta la Teología de la Liberación que nace de la comunidades cristianas populares: me refiero a la interpretación de “pobres de espíritu” como pobres por decisión propia.
Seguro que Fernando, como me pasó a mí y supongo que a muchos de los presentes, alguna vez nos explicaron que ser pobre de espíritu consistía en estar interiormente desapegado de los bienes materiales, desprendimiento que se consideraba un mérito para alcanzar la felicidad en el reino de los cielos.
Pero esa explicación no es fiel con lo que dice el texto. El “espíritu” en griego, no designa la sede estática de los sentimientos, sino energía, impulso orientado hacia la decisión y la acción. Por eso, lo de ser rico, pero estar despegado de las riquezas...
Para mí, eso está muy claro. Ningún rico, o ninguna persona cuyo objetivo en la vida sea el tener, ya sea riqueza, dinero, éxito, prestigio o poder, puede entrar y puede estar en una sociedad fraterna, solidaria, justa porque o renuncia a su riqueza y a sus ansias de poseer o no va a poder contribuir a construir una sociedad más justa y solidaria. (Pág 118)
Porque -y esto se pone de manifiesto con el análisis de la segunda parte de la bienaventuranza-, no se trata de hacer méritos para ir al cielo; en realidad no se trata de ir al cielo, sino de traer el cielo a la tierra: rra:
Estamos hablando del reino que se hace aquí, en la tierra, en el lugar en el que cada uno vive, el reino que se hace presente en la historia. No estamos hablando por tanto de ese reino transhistórico del más allá que nos lleva a conformarnos y a no luchar y comprometernos en su construcción aquí y ahora. (Pág 112).
Así la opción por los pobres se revela como un compromiso militante contra la pobreza:reza:
...si de lo que se trata es de optar por la miseria, pues nos convertimos en unos miserables. Pero no, no es eso, se trata de optar por los pobres y por los miserables para trabajar con ellos para sacarlos de la pobreza de la miseria. (Pág. 109)
Y sólo a partir de ese compromiso con un Reino de Dios histórico, terrenal nos podemos abrir a la trascendencia:
...cuando nosotros los cristianos hablamos de transcendencia, lo hacemos en el sentido de ir más allá de los límites y de aspirar a una liberación total de nuestra condición, por eso no se puede entender bien esto de la transcendencia si los cristianos no estamos comprometidos en procesos de liberación interior y exterior, individual y social. (Pág. 76)
4. Un creyente ateo
A nosotros, en nuestra formación, se nos ofreció una imagen de Dios basada en la filosofía, en la escolástica; de otras fuentes recibimos la idea de un Dios justiciero, que castiga a los malos... y a los buenos si se descuidan, o de un Dios caprichoso que se divierte haciendo milagros y dejando de hacer otros que podría hacerlos con el mismo trabajo... o un Dios que nos servía para llenar las lagunas de nuestra ignorancia. Pues Fernando dice que...
En alguno de mis escritos, de los muchos escritos que he realizado a lo largo de mi vida, he dicho que me caracterizo por ser un creyente ateo, un creyente ateo porque evidentemente yo no comulgo con esas imágenes de Dios que han distorsionado y confundido el mensaje profundamente humano de Jesús. (Pág. 151)
Entonces, ¿De qué Dios hablamos? Hegel decía que el cristianismo es la religión absoluta porque en ella se da la plena síntesis entre divinidad y humanidad. En un sentido muy distinto Fernando se pregunta y se responde:
¿De qué Dios hablo yo?
Yo hablo de un Dios humano, de un Dios que se me hace cercano y que lo descubro en la humanidad de Jesús, en la persona de Jesús. Y ese es mi Dios y no quiero definirlo, no quiero encasillarlo, porque cada vez que lo defino o lo encasillo, siempre hay algo que se me escapa, siempre hay algo más allá que me resulta inabarcable, que sé que es, pero que no sé lo que es. (Pág. 151)
La traducción más habitual del nombre que se da a Dios en el Antiguo Testamento, “Yahweh” es “Yo soy el que soy”. Algunos sin embargo, prefieren traducirlo por “Yo soy el que estoy”. ¿Dónde, nos podemos preguntar?
Juan Miguel Batalloso pregunta a Fernando si su idea de Dios es compatible con los grandes descubrimientos de la ciencia actual:
Todos esos descubrimientos están mostrando un universo inmenso, un universo inabarcable, un universo que estamos descubriendo y nos deja “en mantillas”, por eso a mí me resulta perfectamente compatible con esa idea de Dios inabarcable que está en todo y lo penetra todo y no me plantea ningún problema. (pág. 151)
Podríamos preguntarnos ¿Un Dios humano y, por tanto cercano, o un Dios inabarcable?able?
Hay pues un solo Dios, el Dios que se abre a todos a la misericordia, a la justicia, a la fraternidad y a la paz. (pág. 112) ...el Dios Amor, el Dios de los últimos... (pág. 113)
Vuelvo a plantear la pregunta: ¿Dios cercano o Dios inabarcable? Pero, ¿Es que hay algo que sea a la vez más cercano y más inabarcable que el amor?amor?
Y es que ese Dios, que porque es amor se hace cercano a nosotros, al mismo tiempo...
...ese Dios de los últimos nos hace divinos en la medida en que trabajamos para que los últimos, los pobres y los miserables dejen de serlo. (pág.113).
5. El conflicto, los crucificados y los crucificadores
Pero, ¿esa imagen de Dios Amor es compatible con un Dios que exige la muerte de su hijo para otorgar el perdón al resto de sus hijos? Esa pregunta ya quedó respondida en el libro citado anteriormente, “El horizonte humano”. Y a esa respuesta alude Juan Miguel Batalloso cuando plantea esta pregunta:
Mira, en el capítulo 5 de vuestro libro, Juan Mateos y tú explicáis con detalle que la muerte de Jesús es el resultado de un conflicto entre el anuncio de un mensaje de liberación que persigue el desarrollo pleno de los seres humanos y los intereses de las clases sociales dominantes y las castas dirigentes. ¿Cuáles son hoy en tu opinión, los grupos, organizaciones, instituciones que se oponen al mensaje de Jesús y que si hoy estuviese aquí lo volverían a crucificar? ¿Quiénes son hoy los crucificadores con los que necesariamente debemos entrar en conflicto para llegar a ser plenamente humanos?
La respuesta Fernando se convierte en una denuncia de los responsables de la injusticia:icia:
Aunque parezca que hay muchos, en realidad son pocos, lo que pasa es que tienen un poder inmenso sobre el Planeta y la vida en todas sus dimensiones, incluida la humana. En primer lugar, están todas esas empresas y corporaciones nacionales e internacionales que se dedican a la industria de la muerte, a la industria armamentística.
Y después de referirse a los países con mayor volumen de tráfico -a mí no me gusta llamarle comercio, porque eso le da una cierta apariencia de legitimidad- de armas, añade:
Y aquí España no se libra porque nosotros ocupamos el séptimo lugar del mundo, pero lo de aquí es absolutamente escandaloso, porque tenemos un Ministro de Defensa que ha sido consejero de una empresa armamentística de bombas de racimo, es decir, vinculado con el negocio de las armas.
Continúa Fernando denunciando a los responsables del sistema económico vigente en la actualidad y al mismo sistema:
En segundo lugar, los crucificadores de nuestro tiempo son todas las grandes empresas que acumulan una riqueza inmensa y que siguen esquilmando el Planeta como si éste fuese infinito, explotando y esclavizando a pueblos enteros o negando los derechos humanos más básicos, como sería el derecho a un salario digno y a unas condiciones laborales auténticamente humanas. ... son los que mantienen este sistema de capitalismo salvaje que está haciendo que nuestro Planeta se muera y nosotros con él.
Pero aquí no acaba todo; porque este sistema económico no es algo caído del cielo, ni impulsado por las fuerzas de la naturaleza:leza:
A estos dos grupos hay que unir, el de todos aquellos gobiernos y grupos políticos que no solamente no hacen nada o muy poco por eliminar la pobreza, las desigualdades y la ignorancia, sino que además promueven que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. En estos años, por ejemplo, España está alcanzado unas cotas de desigualdad y de pobreza insoportables por culpa de políticas económicas inhumanas, a las que sorprendentemente la mayoría de la gente aplaude votando a los grupos políticos que defienden esas políticas.
Y en esta última frase hay un cambio de perspectiva importante; porque a los crucificadores que estructuran la sociedad añade un elemento personal, interior:
Por eso a mí me gusta decir también que el principal crucificador de Jesús está en nuestro propio interior, en nuestra escasa capacidad para la compasión, la generosidad, el compromiso y el amor, ... que no solamente nos hace individualistas e insensibles al sufrimiento y el dolor de los demás, sino que nos arrastra a la conformidad y a la pasividad, haciendo así imposible el horizonte humano que anuncia Jesús, que es lo mismo que el Reinado de Dios para el aquí y el ahora. (pág. 210-211)
Aquí apunta la exigencia que nace de entender así el mensaje de Jesús de Nazaret que, con palabras de Jon Sobrino podríamos sintetizar diciendo que consiste en comprometerse en la tarea de bajar de la cruz a los crucificados. Esos crucificados son, según lo que dice Fernando en el libro que presentamos, todas las víctimas de los crucificadores:
- Los que buscan refugio porque huyen de la guerra y la pobrezabreza
- Los que tienen necesidad de los recursos más elementales para sobrevivir ( y cita a los usuarios de Caritas de Pañoleta, el barrio de la Fuente o la Extremeña (pág. 211)
- Los trabajadores desahuciados, arrojados de sus viviendas por no poder hacer frente al pago de los recibos de su hipoteca,
- Los que se han visto afectados por “los dolorosos efectos de los recortes económicos en sanidad, educación o en la Ley de Dependencia...” (pág. 212)
- Y en este elenco de crucificados, vuelve de nuevo la mirada al interior de las personas, al corazón de los que sufren:fren:
...tal vez lo más peligroso sea, ese sentimiento de desamparo, soledad, incomprensión, falta de cariño y apoyo de muchas personas, que además de vivir en condiciones deplorables, no tienen a nadie que les eche una mano o no tienen a nadie con quien poder hablar. ...
- Una mención especial merecen las crucificadas:
...tenemos que hablar de crucificadas, porque lo que está sucediendo con las mujeres asesinadas, maltratadas, discriminadas y explotadas, clama al cielo, algo que, como tú bien sabes no se puede arreglar solamente con leyes, sino con educación, con sensibilidad y con prevención. (pág. 212)
Tenía anotadas otras ideas que aparecen en el libro y que a mí siempre me han parecido importantes, como la corrupción, que aparece primero en las páginas 64ss y posteriormente, bajo el epígrafe “Fariseos”, cuando habla de “fariseísmo político” (pág. 194), la comprensión del cristianismo como un modo de vida y no como una religión (pág. 78s), el concepto de “religiosidad popular” que se desarrolla en las páginas 132 y siguientes y que se concreta en un magnífico ejemplo: el Vía Crucis de Marcos que cierra el libro.
Pero voy a terminar. Y quiero hacerlo volviendo al principio. A esa evolución que contradice lo que muchos consideran que es lo natural en el ser humano, en esa apertura a la utopía, a la revolución permanente del amor (Juan Miguel Batalloso le cita en una pregunta al Ché Guevara, quien decía que aunque resulte paradójico, el revolucionario verdadero está movido por fuertes sentimientos de amor, [pág. 114]; Pero, sin desmerecer de lo que dice el Ché, a mí me gusta más y creo que Fernando se identificará más con esta otra cita de Pedro Casaldáliga:
Tengo fe de guerrillero/ y amor de revolución.
Y entre Evangelio y canción /sufro y digo lo que quiero.
Si escandalizo, primero / quemé el propio corazón
al fuego de esta Pasión, / cruz de Su mismo Madero.)
Fernando nos revela que esa evolución, cristalizada en la ilusión de un mundo que siempre debemos hacer que sea mejor, ha quedado plenamente asimilada en su modo de vida. Así lo expresa:
Paradójicamente y aunque aparentemente se vea como contradictorio, una persona a la que le queda poco tiempo de vida, puede vivir perfectamente ilusionada o por el contrario vivir su vida como una especie de plomo que le cae encima, arrastrando la vida como un peso y una carga insoportable.
Una persona mayor puede ser realmente una persona joven. Yo aspiro a morirme de joven. Quisiera morirme de joven, aunque yo sea una persona mayor según los patrones fisiológicos.
(pág. 81)
Pues bien yo quiero terminar formulando un deseo que, para los que así lo sientan, propongo que se convierta en oración:ción:
Fernando, sigue mucho, mucho tiempo haciéndote mayor al mismo tiempo que no dejas jamás de rejuvenecerte; y sigue mucho mucho tiempo contagiándonos tu ilusión juvenil. Que así sea.
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