Domingo 18º del Tiempo Ordinario - Ciclo A - Segunda Lectura

Romanos 8,35.37-39

 

       35 ¿Quién podrá privarnos de ese amor del Mesías? ¿Dificultades, angustias, persecuciones, hambre, desnudez, peligros, espada?
       37 Pero todo eso lo superamos de sobra gracias al que nos amó.
          38 Porque estoy convencido de que ni muerte ni vida, ni ángeles ni soberanías, ni lo presente ni lo futuro, ni poderes, 39 ni alturas, ni abismos, ni ninguna otra criatura podrá privarnos de ese amor de Dios, presente en el Mesías Jesús, Señor nuestro.

 

            Seguridad del cristiano respecto a la salvación, que consiste fundamentalmente en ser objeto del amor de Dios: nada, ni en el Cielo ni en la Tierra podrá privarnos del amor que hemos recibido a través de Jesús Mesías. No es presunción, es confianza en la firmeza y la lealtad del amor de Dios.
            A lo largo de nuestra existencia se podrán presentar dificultades, pero el amor de Jesús es más fuerte que todas ellas. Nada, ni en este mundo ni en el otro, ni en el tiempo presente ni en el futuro podrá desde fuera del hombre mismo, separarlo del amor de Dios.
            Aunque no se dice en este fragmento: sólo el rechazo del hombre podrá hacer ineficaz el amor que Dios le ofrece; pero nada externo a él tiene fuerza suficiente para anularlo.

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