Domingo 24º del Tiempo Ordinario - Ciclo B

Segunda lectura: Santiago 2,14-18

 

 

 

Texto

 

 Notas

     14 Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno decir que tiene fe si no tiene obras? ¿Es que esa fe podrá salvarlo? 15 Supongamos que un hermano o una hermana no tiene qué ponerse y andan faltos del alimento diario, 16 y que uno de vosotros le dice: «Andad con Dios, calentaos y buen provecho», pero sin darle lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve eso? 17 Pues lo mismo la fe: si no tiene obras, ella sola es un cadáver.
      18 Y si alguno dijera que tú tienes fe y yo tengo obras, muéstrame esa fe tuya sin obras, que yo te mostraré la fe con mis obras.

 

      La fe, entendida como conjunto de creencias “teóricas” no tiene valor alguno si no se ratifica mediante un comportamiento coherente con lo que se afirma creer. La obras son la garantía de una fe auténtica, como lo son de una verdadera religiosidad (1,19-27) y manifiestan exteriormente la fe que se confiesa con los labios. No trata este texto del “mérito” que corresponde a las buenas obras, como defendería la doctrina farisea, sino de la coherencia entre fe y vida, entre creencias y comportamiento.
      Las obras que cita como ejemplo Santiago son, una vez más, las que expresan la solidaridad y el amor cristiano y el lugar preferente de los pobres en el proyecto de Jesús de Nazaret.

 

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