¹⁵ En vuestro corazón reconoced al Mesías como a Señor, dispuestos siempre a dar razón de vuestra esperanza a todo el que os pida una explicación, ¹⁶ pero con buenos modos y respeto y teniendo la conciencia limpia. Así, ya que os difaman, los que denigran vuestra buena conducta cristiana quedarán en mal lugar. ¹⁷ Más valdría padecer porque uno hace el bien, si tal fuera el designio de Dios, que por hacer el mal.
    ¹⁸ Porque también el Mesías sufrió una vez por los pecados, el inocente por los culpables, para llevarnos a Dios; sufrió la muerte en su cuerpo, pero recibió vida en su espíritu.

    Pedro acaba de aconsejar a los miembros de la comunidad que se comporten mostrando actitudes que favorezcan la convivencia, no respondiendo al mal con mal (3,8-12), pues nadie les hará daño si obran bien (v.13). Pero incluso en el caso de tener que sufrir algún daño, no deben tener miedo (v.14), sino que deben estar dispuestos siempre a proclamar su fe en el Mesías y a dar razón de su esperanza: Pedro exhorta a una actitud firme, sin complejos, pero dialogante y respetuosa.
    La firmeza (que no supone en ningún caso una actitud que hoy llamaríamos fundamentalista) debe nacer de  una conciencia limpia y de un comportamiento adecuado a las exigencias del mensaje cristiano, de tal modo que si hay que afrontar algún tipo de persecución  debe ser como consecuencia de nuestro buen hacer (de la coherencia de nuestras acciones con el mensaje de Jesús) y no por hacer el mal.
    En el caso de que haya que asumir una situación de conflicto y sufrir cualquier daño (si tal fuera el designio de Dios) los cristianos deberán tener presente el ejemplo de Jesús y confiar que, igual que le sucedió a él, también en sus seguidores la vida vencerá a la muerte.