Domingo de Ramos - Ciclo A
Segunda Lectura: Filipenses 2,6-11
Texto |
6 Él, a pesar de su condición divina, |
Notas |
El intento de explicar racionalmente el contenido de este antiguo himno cristiano es tarea poco menos que imposible. Que Dios se ha hecho presente en este mundo asumiendo la condición de esclavo... haciéndose uno de tantos... presentándose como un simple hombre... o se acepta (y entonces se descubre a Dios con una luz totalmente nueva que ilumina a su vez el sentido de la existencia humana) o no se acepta. Si se reconoce a Dios en el Hombre Jesús todo lo verdaderamente humano queda divinizado y dar gloria de Dios consistirá en proclamar, como hicieron aquellos cristianos de los primeros tiempos recitando este himno, que el Hombre Jesús, el Mesías, es Señor. No parece que Pablo tuviera mucho miedo en resaltar la humanidad de Jesús; y, seguramente, muchos se habrán escandalizado al escuchar que Jesús fue un hombre cualquiera en el que Dios quiso, sí, hacerse presente, pero despojándose de su rango, tomando la condición de esclavo,-el más pobre de los pobres- como un simple hombre... Sí. Como un hombre con las debilidades propias de la naturaleza humana, menos en el pecado (Heb 4,15) Pero es que el himno de Filipenses dice aún más: precisamente porque fue hombre y porque lo fue de esta manera, «POR ESO, Dios lo encumbró...», y, por eso, es posible reconocer que Jesús, el hombre Jesús, es Señor. Puede parecer paradójico. Pablo afirma que Jesús es verdadero hombre y que, esa auténtica humanidad, llevada al extremo de la entrega de su propia vida, revela su verdadera divinidad y constituye la gloria del Padre Dios. No es raro -no lo ha sido en las últimas décadas y en gran parte de la historia de la Iglesia- acusar de herejía y condenar a los teólogos que han puesto de relieve, incluso con menos intensidad que lo hace Pablo al recoger este himno en su carta, la humanidad de Jesús. Pero ese dato forma parte esencial de la fe cristiana: el camino hacia Dios pasa necesariamente por el encuentro con el hombre Jesús; la divinización del hombre pasa por la humanización de Dios. |