¹⁵ Por consiguiente, mucha atención a cómo os portáis: no como simplones, sino con talento, ¹⁶ aprovechando las ocasiones, porque corren días malos. ¹⁷ No seáis irreflexivos, tratad de comprender lo que el Señor quiere.
    ¹⁸ Tampoco os emborrachéis con vino, que esconde libertinaje; eso sí, llenaos de Espíritu, ¹⁹ expresaos entre vosotros con salmos, himnos y cánticos inspirados, cantando y tocando con toda el alma para el Señor y, ²⁰ por medio de nuestro Señor, Jesús Mesías, dad gracias por todo sin cesar a Dios Padre.

    Exhortación a un comportamiento sensato y propio de personas conscientes y adultas. Advertencia frente al abuso de vino (en algunas celebraciones del entorno geográfico y cultural de Éfeso, el vino era un elemento cultual, propio de las celebraciones de Dionisio, el equivalente a Baco en Roma; la euforia propia de la embriaguez se consideraba como el signo que indicaba que se había alcanzado la comunión con la divinidad). Lo que a los cristianos debe producir alegría no es la euforia etílica sino la fuerza del Espíritu, energía de vida y de amor que debe animar las celebraciones cristianas en las que siempre debe festejarse la fraternidad que nace de un Padre común, que nos ha hecho sus hijos por medio de Jesús Mesías.