³⁰ No irritéis al santo Espíritu de Dios que os selló para el día de la liberación; ³¹ nada de brusquedad, coraje, cólera, voces ni insultos; desterrad eso y toda inquina. ³² Unos con otros sed agradables y de buen corazón, perdonándoos mutuamente como Dios os perdonó por Cristo.
    5 ¹ En una palabra: como hijos queridos de Dios, procurad pareceros a él ² y vivid en mutuo amor, igual que el Mesías os amó y se entregó por vosotros, ofreciéndose a Dios como sacrificio fragante.

    Pablo exhorta a los cristianos de Éfeso a romper con la escala de valores del paganismo y a sustituirla por otra de valores netamente cristianos.
    La orientación fundamental es dejarse guiar por la acción del Espíritu, no traicionar la clase de vida que nos llega de Dios y que es garantía de liberación definitiva.
    Recomienda el apóstol lo que hoy llamaríamos “buenos modales”, pero no como cortesía hipócrita, sino como expresión de una actitud profundamente cristiana: el perdón/amor a los hermanos con el que correspondemos al amor/perdón recibido de Dios por medio de Jesús Mesías.
    En realidad todo debe ser expresión de la radical transformación que se produce en los que dan su adhesión a Jesús: se llaman y son hijos de Dios y, como tales, deben esforzarse por parecerse al Padre; esto se logra mediante la práctica del amor al estilo y según la medida del amor de Jesús, estilo y medida que quedaron patentes en su entrega en la cruz.