Sagrada Familia
Segunda lectura: Hebreos 11,8.11-12.17-19
8 Por la fe respondió Abrahán al llamamiento de salir para la tierra que iba a recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba. 11 Por la fe recibió vigor para fundar una descendencia con Sara, aunque le había pasado la edad, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. 12 Así, de uno solo y, en este aspecto, ya extinguido, nacieron hijos numerosos como los astros del cielo y como la arena incontable de la orilla del mar (Gn 22,17). 17 Por la fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac, y era su hijo único lo que ofrecía el depositario de la promesa, 18 después que le habían dicho: «Isaac continuará tu descendencia» (Gn 21,12), 19 estimando que Dios tiene poder hasta para levantar de la muerte; así, aun exponiéndolo a la muerte, lo recobró. |
Dos versículos de esta exhortación que constituye el capítulo 11 de la carta a los Hebreos nos dan la clave para entender esta lectura.
El primero es el versículo 1, que introduce el discurso: Es la fe anticipo de lo que se espera, prueba de realidades que no se ven. La fe, dice el autor del escrito, es confianza en el futuro, confianza que anticipa el futuro. Y el contenido de esa esperanza es un mundo nuevo, una nueva ciudad diseñada y construida por el mismo Dios: «Por la fe emigró a la tierra prometida como un extranjero, habitando en tiendas con Isaac y Jacob herederos de la misma promesa. Esperaba la ciudad con cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.» (Heb 11,9-10). La fe es confianza en Dios, confianza en que lo que te ha dicho el Señor se cumplirá (Lc 12,45). Y Abraham confió en la promesa de Dios de que sería padre de una gran familia.
Su familia fue posible a pesar de que a Sara, su esposa, se le había pasado la edad; y aquella familia anticipó otra descendencia, mucho más numerosa, en la que siguió esperando y confiando en medio de la prueba a la que Dios lo sometió.