3 ¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor, Jesús Mesías! Por su gran misericordia nos ha hecho nacer de nuevo, para la viva esperanza que nos dio resucitando de la muerte a Jesús Mesías; 4 para la heredad que no decae, ni se mancha, ni se marchita, reservada en el cielo para vosotros, 5 que, gracias a la fe, estáis custodiados por la fuerza de Dios; para la salvación dispuesta a revelarse en el momento final. 6 Por eso saltáis de gozo, si hace falta ahora sufrir por algún tipo de diversas pruebas; 7 de esa manera los quilates de vuestra fe resultan más preciosos que el oro perecedero que, sin embargo, se aquilata a fuego, y alcanzará premio, gloria y honor cuando se revele Jesús Mesías. 8 Vosotros no lo visteis, pero lo amáis; ahora, creyendo en él sin verlo, sentís un gozo indecible, radiantes de alegría, 9 porque obtenéis el resultado de vuestra fe, la salvación personal. |
Himno de alabanza al amor del Dios y Padre de Jesús. En el himno se unen, como motivo de la alabanza, la resurrección de Jesús, la nueva vida, ya presente, de los cristianos (nacidos de nuevo) y la esperanza que se abre al futuro y trasciende los límites de este mundo. Gracias a todo ello los cristianos experimentan una gran alegría y se sienten fuertes para afrontar las dificultades que puedan presentarse, dificultades que deben fortalecer su fe. Esa fe, es decir, la adhesión a la persona y al proyecto del Mesías, es en primer lugar, respuesta de amor al amor recibido; y, por eso, es causa de alegría y reafirma su experiencia de sentirse ya salvados. |